HA venido siendo tradición que en elecciones generales el candidato a la presidencia del gobierno se presente como número uno en la lista de su partido por la capital administrativa del Estado, en este caso Madrid.

En Andalucía ello no ha sido así. Concretamente es el caso de Manuel Chaves, oriundo de Ceuta, municipio de la provincia de Cádiz antes de lograr el estatuto de ciudad autónoma, que desde las Cortes constituyentes ha ocupado escaño nacional por su antigua provincia y en sucesivas ocasiones se ha presentado a la presidencia de la Junta por esta circunscripción y no por Sevilla.

En todo caso, ha llamado la atención en los medios de comunicación el hecho de que Javier Arenas haya decidido opositar en esta ocasión encabezando la candidatura de Almería, cuando a aquella provincia no le une ningún lazo distinto al que nos puede unir al resto de los andaluces que ni nacimos en ella, ni residimos en el territorio más oriental de nuestra comunidad.

¿Porqué entonces tal decisión?

Ciertamente, Arenas tiene sus orígenes familiares en la provincia de Cádiz, en el pueblo del Olvera, aunque su trayectoria política nunca la ha ligado a aquella demarcación, por lo que presentarse por ella sólo hubiese tenido su justificación en el hecho de confrontarse directamente con Chaves en la misma, lo que no hubiese sido un mal aliciente.

Bien es cierto que en el 2004 los socialistas superaron a los populares en 16 puntos porcentuales en la provincia de Cádiz, lo que llevaría a Arenas a una derrota casi segura, con el componente negativo que ello representaría en su confrontación personal con el ahora inquilino del Palacio de San Telmo.

En el caso de Sevilla, provincia en la que reside el líder del PP y por la que ha concurrido en municipales, autonómicas y generales en las distintas formaciones políticas en las que ha militado, la diferencia entre PSOE y PP llegó en las últimas autonómicas a casi treinta puntos, lo que vaticina una nueva derrota que además Arenas debería afrontar frente a José Antonio Viera, un segunda fila en las huestes socialistas, quien presumiblemente va a encabezar la candidatura de estos por tal provincia.

Otro caso distinto es el de Almería, provincia en la que en el 2000 el Partido Popular ganó las elecciones autonómicas y en la que a pesar de quedar dos puntos por detrás del PSOE en el 2004, es la que tiene más posibilidades de alzarse con la victoria a la vista de los resultados obtenidos en las últimas municipales. ¿Es esa la razón que ha llevado a Arenas a desembarcar electoralmente en aquella provincia?

Es muy probable que sí, una vez que los argumentos dados por él mismo para justificar dicha candidatura podrían ser aplicados a cualquier otra provincia andaluza, siendo Almería, precisamente, la que menos necesita del impulso electoral que pudiese aportarle la presencia en sus listas del candidato a la presidencia de la Junta, en comparación con las antes citadas de Sevilla y Cádiz, o Córdoba, Jaén y Huelva, en las que la distancia con los socialistas es muy importante y casi determinante para el triunfo final en el cómputo andaluz.

Bien distinto es que Arenas haya analizado su capacidad para captar votos en estas últimas cinco provincias y descubierto que su concurso no aportaría avances relevantes, algo que en Almería o incluso Málaga, por su estructura socioeconómica, fundamentalmente en la franja de la costa, donde se ubica la mayor masa poblacional, no sería perceptible.

En consecuencia, hemos de reconocer que careciendo de valor formal la circunscripción por la que se presente el candidato a la Junta, sí que lo tiene de simbólico en unas circunstancias, no lo olvidemos, en las que, de no conseguir la victoria en Andalucía el Partido Popular, a Javier Arenas no le quedaría otro camino que abandonar la política - aunque contemos con el antecedente de que en su día, allá por el año 2000, ligó su futuro al de Aznar y ahí los tenemos, uno dando conferencias en el extranjero y el otro opositando a las urnas-, motivo por el que parece querer asegurarse, al menos, un triunfo provincial que mitigue, de producirse, su fracaso.

Poco o nada va a preocuparnos a los cordobeses, sevillanos, granadinos, onubenses, gaditanos, jiennenses o malagueños, a la hora de depositar nuestro voto, que Arenas encabece la candidatura por Almería, pero sí, y mucho, que el Partido Popular haya conseguido en cada una de nuestras provincias dejar en evidencia el fracaso de las políticas socialistas y ofrecer programas y personas que justifiquen el cambio pretendido. Y ahí es donde en verdad se la juega el líder popular.

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