En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Abróchense los cinturones

Vayan haciéndose a la idea. Celebren el fin de año con todo el cava que puedan -o con ríos de alcohol, que tanto monta que monta tanto- porque la cuesta de enero está más cerca de lo que ustedes piensan y, como cada inicio de año, vienen curvas económicamente más que peligrosas para aquellos a los que desafortunadamente no les toca nunca la lotería de Navidad, para esos a los que los niños de San Ildefonso acaban por devolverlos a la realidad el mismo 22 de diciembre con la consiguiente resignación de que lo importante es tener salud. Vayan haciéndose a la idea de que, en esta ocasión, no sólo subirá lo de siempre, también alguna que otra cosa poco habitual. ¡Dios mío, por favor, la luz que ya no suba más, que a este paso nos vamos a tener que alumbrar con velas y calentar a base de mantas! Y eso que no quiero hablar de lo que un alza en el recibo eléctrico puede suponer para esas personas que están en la indigencia energética o para aquellas otras que la están rozando. No quiero hablar -pero hablo- de que es indignante comprobar a través de esas situaciones más que límite que la sociedad española vive en el siglo XXI como si hubiera retrocedido socioeconómicamente al Siglo de las Luces Apagadas o al Siglo de las Pocas Luces. A ver si se le encienden ya de una vez las bombillas mentales a esos que deben hacer encajes de bolillos -por el bien común, por favor- para dejar de verdad la maldita crisis para la historia. Porque sí, señores, pese a que algunos se empeñen un día sí y al otro también en parafrasear con sus discursos aquel título de uno de los discos de Supertramp -Crisis, what crisis (Crisis, ¿qué crisis?)- insistiendo en que las vacas flacas han empezado a engordar, sin proponérselo o sí, a saber, con esos argumentos más que faleces nos invitan a vivir en un constante deja vu o Día de la Marmota en el que volvemos a contemplar a Zapatero defendiendo una economía de Champions League cuando, como entonces, y ya ha pasado una década de aquello, sigue tocada .

Lo dicho, váyanse abrochando los cinturones porque se avecinan subidas que amenazan con dejar cuentas corrientes en estado anoréxico. Y para más Inri, es que además el Gobierno ya ha anunciado que va a subir el alcohol un 5%, amén de los nuevos recortes cuyo soplos empezaremos pronto a sentir tras la oreja cual guadañas de Sleepy Hollow dispuestas a decapitar nuestros bolsillos. ¿ Y por qué el alcohol? No se dan cuenta de que estos difíciles tiempos que corren, por desgracia, han traído consigo que una copa de más se haya convertido para más de los que deberían en ese licor de los dioses perfecto para adormecer las penas. A este paso, casi sin proponérselo, van a impulsar aún más las ventas de vino en tetra-brick, manjar de la pobreza.

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