Análisis

Pilar Cernuda

El yihadismo golpea brutalmente a España

Estos desalmados han cubierto de luto a toda España, no sólo a Barcelona

Ha ocurrido lo que todos temíamos. Y con una brutalidad máxima, la habitual en estos terroristas fanatizados que además de matar buscan la carnicería, como desgraciadamente hemos visto en los últimos años en los que el Daesh y sus seguidores no nos han ahorrado ninguna escena en la que las atrocidades han superado todo lo conocido hasta ahora.

No nos hemos salvado los españoles de las salvajadas yihadistas. Hasta ahora la experiencia en la lucha antiterrorista contra ETA de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado nos había convertido en uno de los pocos países europeos que habían conseguido sortear los ataques que sin embargo se habían producido muy cerca de nuestra fronteras, pero esos mismos cuerpos y fuerzas alertaban permanentemente de que nadie está salvo del fanatismo de quienes forman parte de las múltiples células creadas por el Daesh o que, sin formar parte de esos grupos entrenados en el terror, seguían las consignas que los islamistas distribuyen urbi et orbi a través de las redes sociales, y que insistían en el mensaje de que cualquiera de sus seguidores podía sumarse al yihadismo radical utilizando métodos asequibles a cualquier ciudadano, desde la cuchillada silenciosa y mortal al atropello pasivo, que se inició en Niza hace un año durante la celebración de la fiesta nacional francesa y ahora ha tenido su reflejo en Barcelona con el atropello masivo de viandantes por la zona más popular y turística de esa ciudad.

Contra el yihadismo terrorista sólo se puede luchar sumando el trabajo de los profesionales policiales y de los servicios de inteligencia, y sumando el esfuerzo de los políticos para mantener una posición unánime de rechazo a esa lacra que envenena la sociedad actual y que intenta echar por tierra el orden establecido. No sólo en el mundo occidental, pues golpea también a los países musulmanes. En España es ejemplar la coordinación policial, y de hecho ayer escuchamos en privado comentarios de policías, guardias civiles y miembros del CNI sobre la profesionalidad de los Mossos y el intercambio de información con los otros cuerpos.

Y, de momento, también los dirigentes de los principales políticos han coincidido en que esta lucha contra el terrorismo es una responsabilidad de todos y no se puede utilizar este atentado de forma partidista. Son los únicos datos positivos de un día negro.

Es fácil caer en la tentación de dejarse llevar por los peores augurios y asumir que es imposible detener las acciones terroristas del yihadismo exacerbado. Sin embargo la reacción debe ser la contraria. Lo primero que hay que hacer es dar consuelo a las víctimas y a sus familiares y, lo segundo, apretar los dientes para no aceptar la derrota y ponerse firme a trabajar contra estos indeseables con todos los medios legales. Hay que colaborar con las fuerzas de seguridad a la menor sospecha, estar atentos a las redes sociales -el arma principal de los terroristas- y apoyar las decisiones políticas que se tomen de acuerdo con los expertos en lucha antiterrorista, que son los que mejor conocen cómo actuar contra estos desalmados que hoy han cubierto de luto a toda España, no sólo a Barcelona.

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