Termina la Liga. Empieza el verano. Bajas, renovaciones, incorporaciones de relumbrón, futuros petardos, pero realmente el fichaje estrella muy bien podría ser el regreso del máximo accionista del Córdoba: Carlos González, un hombre al que le falta la marcha de cuando se está en la primera línea de fuego. Los meses en los que su hijo Alejandro le ha sustituido en la presidencia tal vez hayan sido los más duros para el empresario madrileño. Por un lado, por su sabática situación, y por otro, por el marrón que le tocó dejar a su heredero. La irregular temporada, que finalmente acabó bien, podría provocar que el mandatario decidiera tomar de nuevo las riendas de la entidad blanquiverde. No sería de extrañar. Y no dejaría a nadie indiferente. Y, por qué no decirlo, tal vez le viniera bien al cordobesismo para mover de nuevo el cotarro futbolístico y para darle de nuevo al club su sello ganador.

Muchos le cuestionaron a lo largo de sus mandatos, pero los resultados casi siempre acabaron dándole la razón. Sus decisiones, casi siempre discutidas, llevaron al Córdoba a disputar tres play off y lograr de nuevo dar el salto a Primera División. Tuvo la habilidad de convertir de nuevo al CCF en un club vendedor, obteniendo pingües beneficios de los últimos traspasos. Su hipotético regreso volvería a colocar a la entidad blanquiverde en todas las quinielas como serio aspirante a pelear por los puestos que dan derecho a jugar las eliminatorias de ascenso a la élite. Luis Carrión sigue siendo su apuesta personal para liderar otra vez un proyecto de ascenso.

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