La victoria ante el Alcorcón debe servir como bálsamo para un cordobesismo convulso en las últimas fechas. Además de los malos resultados acumulados y que han situado al equipo más cerca de la lucha por eludir el descenso a Segunda B que de la pelea por el ascenso marcada como objetivo a principio de curso se han unido los últimos acontecimientos, con destituciones, incluidas la del director deportivo y el secretario técnico. Las pintadas en la fachada de El Arcángel en contra de la familia González también vinieron a enturbiar la ya maltrecha actualidad blanquiverde durante este mes de febrero que hoy expira. Todos lo pasan mal: los que toman decisiones y los que sufren las consecuencias de las mismas. Son momentos amargos que, para los que llevamos tiempo en esto, sin duda son muy duros. Pero forman parte de nuestro mundo. Unas veces nos afectan en primera persona y otras nos toca de lejos, pero siempre nos afecta a quienes no permanecemos indiferentes ante el dolor ajeno. Los problemas siempre van por barrios. Suerte a quienes hoy les toca salir y a los que se quedan, porque inevitablemente todos estamos de paso y la entidad siempre prevalece.

Pero las cosas pueden volver a la normalidad en cuestión de días. Una segunda victoria el próximo domingo en el Nou Estadi de Tarragona ante el Nàstic vendría a calmar los ánimos de todos y pondría el futuro menos oscuro de como se viene viendo desde hace algunas semanas por la casa blanquiverde. Mantengamos la calma. Queda poco tiempo para que la marcha deportiva se estabilice y, cuando se consiga el objetivo, será el momento de pedir explicaciones, que seguro las darán. El sufrimiento es generalizado. Nadie es ajeno a los malos momentos. Los protagonistas del planeta fútbol y los que mandan también lo pasan mal. No lo olvidemos.

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