Yo creo que ésta es la mejor época del año para comer en Córdoba, y lo digo sinceramente, que yo creo que comemos mejor que hasta en Navidad, de verdad, o por lo menos así me lo parece a mí. Y lo me ha parecido desde siempre, que no es una cosa que haya pensado de repente, que siempre he disfrutado mucho esta época moviendo la mandíbula, que es mejor no pesarse después por eso del cargo de conciencia y eso que yo de barriga ando bien, que sigo utilizando la misma correa que hace veinte años, y no les exagero.

Yo no sé ustedes, pero es que ahora va uno andando por la calle, oliendo lo que sale de las casas, de los bares, de los obradores y hasta de los puestos y uno se vuelve loco, que se me cae hasta la baba de pensarlo y no me cuesta reconocerlo en absoluto, lo que yo les diga, de verdad. Que si en la casa de al lado están ya liados con las torrijas y los pestiños, que si el del bar está friendo unos flamenquines, que si están calentando los caracoles en la plaza de al lado, madre mía, que vaya hambre que me está entrando solo de pensarlo, que no les exagero en nada. Y es que hay comidas que yo no conozco el límite, de verdad lo digo. Los caracoles, por ejemplo, que yo no sé lo que es dejar uno en un plato, que mientras haya yo sigo comiendo, lo que yo les diga, y nunca he tenido un empacho, por eso no soy capaz de saber cuántos soy capaz de comer, y algún día tendré que saberlo, digo yo. Sí me he empachado alguna vez de torrijas, pero eso no significa que las haya aborrecido, todo lo contrario, que cada día me gustan más. Eso sí, las nuestras, las envueltas en azúcar y canela, que las de miel y vino son otra cosa, que tendrán su público, pero que a mí no me gustan.

Y es que en esta época se come a base de bien, que todo tiene un gusto la mar de bueno, sobre todo si están bien hechas las cosas, porque en las Cruces o en la Feria, queramos o no, se comistrea, que es una cosa más de estar con la gente y alternar, pero que lo que se dice comer, seamos sinceros, se come nada más que regular, y caro como uno no esté atento, que por un plato de pimientos fritos te quieren cobrar lo que cuesta todo el huerto, lo que yo les diga. Hemos quedado los amigos del barrio en hacer un día de torrijas y otro de caracoles, pero no hacerlos coincidir, vaya que alguno acabemos en el Reina Sofía, y no les estoy exagerando. En fin, que me veo a base de pechuguita hasta esos días, que quiero seguir utilizando esa correa que ya tiene veinte años, que anda que no me ha salido buena la puñetera.

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