No descubrimos nada si decimos que en siete días se pasa con suma facilidad de héroe a villano. Hace sólo unas cuantas semanas, coincidiendo con un par de victorias ligueras y la clasificación copera tras eliminar de forma meritoria al Málaga, Luis Carrión parecía el técnico ideal del Córdoba tras la destitución de Oltra. Pues bien, ahora que el globo se deshincha parece que el catalán ya no es tan idóneo para el cargo. Si hay históricamente un banquillo caliente en el fútbol español, ese siempre fue el blanquiverde, pero nunca un tercer cambio de entrenador fue beneficioso, más bien todo lo contrario. Nadie tiene el secreto del éxito pero está claro que no confiar ahora en Carrión sería un craso error. El Granada es un claro ejemplo a seguir con Lucas Alcaraz. El equipo nazarí parece no levantar cabeza y ¿que hacen en el club granadinista? ¿Cambiar de nuevo de técnico? ¿Para qué?, se preguntarán. Todo lo contrario, le han renovado. En Córdoba llevamos casi un lustro disfrutando de una trayectoria deportiva muy plácida. Hace tiempo que no nos vemos a tiro de piedra de los puestos de descenso. Es por ello por lo que el cordobesismo debe cerrar filas con sus jugadores, sus técnicos y su club, porque si empezamos a tirar cada uno para un lado podemos ver un numerito del que luego podemos arrepentirnos durante mucho tiempo. En esto del fútbol, un triunfo lo cambia todo y hay que empujar desde fuera para que este equipo salga de donde está en estos momentos. Cuando las cosas iban bien, todos hemos disfrutado y hemos sacado pecho con nuestro equipo. Ahora las tornas han cambiado y ha llegado el momento de apoyar de verdad a este grupo de jugadores, que son los que deben conseguir el mínimo objetivo de la permanencia en la categoría y evitar así males mayores para la estabilidad del club. El apoyo en estos momentos complicados debe ser unánime, porque lo van a necesitar.

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