Ustedes saben que yo soy muy puñetero para muchas cosas, sobre todo para las modernas, que no las termino de comprender, o puede ser que me cueste más trabajo entenderlas porque yo estoy hecho a lo antiguo, o porque soy muy respetuoso con las cosas de mi Córdoba bendita, me gustan tanto que no quiero que nadie me las cambie, que también pudiera ser, no voy a negarlo.

Con todo, y a pesar de esas cosas mías, me gusta cómo están vendiendo Medina Azahara fuera, con lo de enamorarse de ella, porque es volver a escuchar esas historias que nos contaban cuando éramos unos nenes y había mil leyendas del monumento. A mí había dos que me gustaban sobre todo, la de que tenía una piscina de mercurio que hacía de lámpara, porque se reflejaba todo, ya ves tú el ingenio que hay que tener para inventarse eso, que por eso seguro que es verdad, y la de que puso un montón de almendros alrededor del palacio para que su esposa, no me acuerdo cómo se llamaba, creyera que estaba nevado y no echara de menos su tierra, sería del Norte o yo qué sé de dónde. Pero eso es lo mismo, que las dos historias son tela marinera, que hasta para eso es diferente y auténtica nuestra ciudad, que esas cosas tan bonitas no las cuentan de otros sitios, por mucho que se empeñen. Que me ha gustado, sí, porque yo creo que Medina Azahara es un buen sitio para enamorarse, que si dejaran allí hacer bodas seguro que la cola llegaba hasta el siglo que viene, como poco, y seguro que me quedo corto, lo que yo les diga.

De enamoramientos yo ando lo mismo, para qué les voy a decir lo contrario, que la cosa sigue liada como la pata de un romano, que es un dicho que se repite mucho y que yo nunca he entendido. Y es que Soraya no hablamos de eso aunque nos pasemos el día hablando de otras cosas, porque la cosa está así. Yo creo que novios, lo que se dice novios, como yo veo que son otros novios, no somos, salvo que ahora ser novios sea esto, que eso ya no lo sé. Tampoco se vayan a creer ustedes que ando muy agobiado, inquieto sí, pero no agobiado, que en realidad estoy como siempre he estado y a lo que estoy acostumbrado, que esa es la verdad, por eso no me siento extraño. En fin, qué más decirle, que los enamoramientos tienen estas cosas, o yo creo que tienen estas cosas, que ya ves tú lo que se tiene que pasar por la cabeza para que pongas todo un campo plantado de almendros. Hasta la semana que viene y déjese enamorar por Medina Azahara, que de verdad lo merece.

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