El Córdoba lleva tiempo sin acertar con su sistema defensivo, si bien en años anteriores los aciertos en ataque han compensado grandes fiascos atrás. La fuerte inversión que el club ha hecho arriba en la última década no se corresponde en absoluto con la apuesta económica por fortalecer su zaga. En los tiempos que corren ya se llegan a pagar cifras astronómicas por centrales o laterales con gran vocación ofensiva. Ya hay clubes que compiten en el mercado por los grandes baluartes defensivos del planeta fútbol. El Real Madrid deberá estar muy atento al futuro de Pepe porque clubes importantes de Europa ya le han puesto sobre la mesa suculentos contratos. Esto, que ya no sorprende a nadie, a otra escala debería ser tomado como claro ejemplo para aquellos que descuidan en su planificación veraniega potenciar sus plantillas de atrás hacia adelante y en igualdad de importancia. Aquello de fichar arriba porque atrás juega cualquiera ya no se lleva. Aquellos que invierten en buenos laterales o en fiables centrales saben que a la postre estan programando con tiempo pingües traspasos. Aquí parece que no preocupa tanto, no ahora sino de siempre.

El principio defensivo de portería a cero sigue sin conseguirse en el Córdoba. Con la fragilidad más que evidente atrás y sin pegada resulta milagroso ganar un partido. Ni jugando bien al fútbol, que con Carrión se ha conseguido en un buen número de citas, se puede ganar un encuentro dando las facilidades que se dan. En Valladolid más de lo mismo. Más regalos para los puntas rivales y un único gol a favor. Así resulta imposible. Para mantener la categoría hay que empezar por no encajar. Ahora es el tiempo de defender primero y atacar después, y tal vez ya lo que menos importe sea jugar bien. Hay que mantener la puerta a cero y aprovechar las ocasiones que se puedan arañar. Hay momentos en los que cuanto peor, mejor. Todos los caminos son buenos para ganar. Tan espectacular puede ser un gol como el arte de saber evitarlo. Visto lo visto tal vez desde la grada tengamos que recordárselo a los jugadores. Y utilizando el método baloncestístico, gritarles alto y claro: ¡Defensa, defensa, defensa!

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