Pues ya estamos aquí, después de un mes de ausentarme de esta columna de los domingos, que ya estaba echando de menos esto, que quieran o no son ya muchos años y les tengo mucho cariño, y es que me lo paso pipa. Y además ustedes sois la mar de amables, que así da gusto hacer cualquier cosa, la verdad. Tal vez sea porque yo no tengo un trabajo de picar a las ocho, tampoco a las tres ni a ninguna hora, por lo que no me asusta septiembre, para qué les voy a decir lo contrario, que hasta me alegro un poco cuando llega, las cosas como son. Que en septiembre vuelve la Liga, que vaya partidazo que hicimos el otro día en Albacete, jugando de maravilla, como hacía tiempo que no jugábamos, y sobre todo vuelve toda la gente que lleva todo el verano fuera y que la mayoría tengo muchas genas de ver, y me refiero a mis amigos del barrio, que entre parcelas y apartamentos en Fuengirola muchos ya llevan unas semanas desperdigados. En septiembre, además, tenemos la Velá de la Fuensanta, que no me canso de decir que es una de las fiestas más cordobesas que tenemos, de las que más. Que yo siempre me acuerdo de cuando era un nene y nos juntábamos allí miles de personas tocando las campanillas, que aquello era un gustazo y nos lo pasábamos la mar de bien, pero una cosa, que toda Córdoba estaba allí metida. Y anda que no es bonita la historia del caimán, que hay quien dice que es mentira pero que a mí me da igual.

Con el atentado de Barcelona me llevé un sofocón de los gordos, que vaya tela la mala sangre que hay que tener para hacer una cosa así, que todavía no me lo puedo creer, vaya miseria humana. Y luego apareció el tonto ése, que encima es cordobés o eso dicen, diciendo todas las payasadas que dijo, que daba hasta fatiga escucharlo, porque más barbaridades y tonterías no se pueden decir en tan poco espacio de tiempo, vaya tipejo. Otra vez el nombre de Córdoba saliendo en los telediarios por una cosa de las que no gusta, que eso me pone de los nervios y me entra una fatiga que no veas. En fin, que la cosa está así, que he leído en mi Día que van a poner las cosas esas junto a la Mezquita, que con esta gente hay que tomar todas las medidas, que nunca se sabe por dónde van a salir. De todos modos, lo que no podemos permitir es que esta gente varíe nuestra manera de vivir, que eso es lo que pretenden, y ni hablar. Por eso, a seguir con lo nuestro y con nuestras cosas, faltaría más.

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