La Sala Polifemo del Teatro Góngora acogió ayer la representación de Ildebrando Biribó, el último Cyrano, que pretende ser una reflexión sobre el oficio teatral personificado en la figura de un apuntador. Con grandes dosis de fino humor, un único actor, Alberto Castrillo-Ferrer, hace desfilar sobre las tablas casi treinta personajes.
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