la noche blanca del flamenco 4 Fiesta en las calles hasta el amanecer

Una madrugada para el recuerdo

  • Todos los escenarios de la Noche Blanca consiguieron un lleno absoluto mientras miles de personas, cordobeses y turistas, se desplazaron de uno a otro y llenaron calles, restaurantes y tabernas de guardia

Risas, aplausos, fotografías para congelar bellos momentos, unas tapas para matar el hambre y otras copas para calmar la sed entre actuación y actuación, entre plaza y plaza. El flamenco demostró anoche una vez más su poder de atracción haciendo de la calle el escenario perfecto para su disfrute: cientos de miles de personas, ríos de gente, marchaban de un lugar a otro en busca de más cante, baile y toque. Desde que Eva Yerbabuena inaugurara La Noche Blanca del Flamenco en Las Tendillas, la fiesta se extendió por todo el centro de la ciudad, llegando al Patio de los Naranjos, donde el cordobés José Antonio Rodríguez ofreció un recital de guitarra; al Teatro de la Axerquía con Miguel Poveda y la Orquesta de Córdoba, o la plaza de Jerónimo Páez con Javier Ruibal.

Uno de los espectáculos más significativos fue el dedicado a Luis de Góngora, del que este año se conmemora el 450 aniversario de su nacimiento. Jonda Soledad recordó en la plaza del Potro -llena a rebosar- la historia del creador y su musa. Una historia que relató a través del cante y del baile la búsqueda del poema perfecto y de la inspiración, personificada en una musa cuya belleza enamora al autor y le hace olvidar su ansiado texto. La obra, de producción cordobesa y basada en romances y letrillas de Góngora, tuvo como sustento la palabra, a través de la que se sucedieron diferentes palos flamencos. En ella participaron el guitarrista Gabriel Expósito, el cantaor David Pino, la bailaora Lola Pérez, el percusionista Patxi Cámara, y Juan Carlos Villanueva, que encarnó al escritor y recitó algunos versos de la Fábula de Polifemo y Galatea.

El punto exótico a La Noche Blanca del Flamenco lo puso el guitarrista egipcio Ali Khattab, que presentó en la plaza de Abades su último trabajo, Al Zarqa, en el que combina el flamenco con sus pasados orientales. En su actuación el artista reunió algunos de los palos del flamenco con los tradicionales maqamat de Oriente Medio, fusionando de manera perfecta estas dos músicas. En el montaje, patrocinado por Casa Árabe, participaron el laudista Hesham Essam, el violisnista Mohamed Medhat, el contrabajo Josemi Garzón y el percusionista Antonio Rivero.

Estas actuaciones se fueron añadiendo a las de Los Evangelistas en la plaza de la Corredera, la de Diego Carrasco y Tomasito en el Compás de San Francisco y a la de India Martínez, Lya y Niña Pastori en República Argentina, donde una verdadera masa humana llenó casi al completo la avenida.

Mientras tanto, la madrugada iba seduciendo a cordobeses y turistas con las melodías flamencas, como en Tacompás, en la plaza de Cardenal Salazar, una producción en la que intervinieron la bailaora Ana María García, los cantaores Miguel Ortega y Rosi Navarro la Divi, el guitarrista José Luis Medina y el percusionista Juanfra González.

Sólo los más trasnochadores -fueron bastantes- llegaron a Vámonos pa Cuba, que reunió en la plaza del Triunfo al cantaor Antonio Plantón El Gueñi, acompañado a los coros por El Cheri y Rafael Plantón, con la guitarra de Niño Seve y Manuel Plantón y el baile de Lola Pérez y María Dolores Fernández. Allí, y hasta casi las 7:00, los ritmos del país caribeño como el son cubano, el guaguancó y el bolero se mezclaron con el flamenco más fiestero con la intención de despedir la cuarta edición de La Noche Blanca, la que más personas ha reunido en las calles de la ciudad.

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