Magia, criaturas fantásticas, mundos míticos, héroes enfrentados a fuerzas oscurasý La estela de El Señor de los Anillos sigue siendo alargada, tanto en la literatura como en el cine, y esta semana llega a las salas cordobesas otro ejemplo más de la provechosa relación que siempre han mantenido la fantasía y el celuloide.

La brújula dorada es la primera entrega de una serie escrita por Philip Pullman titulada La materia oscura y que trata de contrarrestar (según los críticos) la propaganda cristiana de Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis.

Como es lógico, esta obra con referencias a Milton y Rousseau y que exalta el libre albedrío frente a cualquier determinismo le granjeó a su autor los ataques de grupos cristianos conservadores, pero, dejando a un lado la filosofía, no hay que olvidar que La brújula dorada (editada en España como Luces del norte) es ante todo una historia de aventuras llevada a la pantalla por Chris Weitz (Un niño grande) con un reparto que cuenta con Daniel Craig, Nicole Kidman, la debutante Dakota Blue Richards, Sam Elliot, Derek Jacobi o Ian McKellen.

Y esta aventura comienza con una niña huérfana que vive en un college de Oxford junto a Pantalaimon, su daimonion (una manifestación física del alma de un individuo), hasta que descubre que alguien está secuestrando a niños de su edad. Cuando le toca el turno a su mejor amigo, decide ir en su busca.

Mientras Lyra prepara su viaje hacia el Norte, su tío, Lord Asriel (Craig), un explorador perseguido por el Magisterium (un cuerpo del Gobierno controlado por la Iglesia) por sus investigaciones, planea ir también hacia el Norte. Lord Asriel cree en una fuerza mística llamada Polvo que se encuentra donde las luces del norte se cruzan con el Círculo Polar Ártico.

Con uno y otro a punto de partir, aparece en escena Marisa Coulter (Kidman), una dama culta y encantadora que pronto se gana la confianza de Lyra, que no atisba sus aviesas intenciones y que con su apoyo emprende al fin su viaje, del que depende el destino de esos niños raptados, pero también el de los diversos mundos que coexisten en distintos planos de la realidad, cuyo equilibrio esta en las manos de esta niña en cuyo camino se cruzan piratas, un oso con armadura (con la voz de Ian McKellen), una bruja (Eva Green) y hasta un tosco navegante de Texas (Sam Elliot).

Todos ellos ayudarán a Lyra a llegar hasta su amigo en una peligrosa travesía que emprende armada sólo con un misterioso artefacto (la brújula dorada del título) llamado aletiómetro cuya virtud es responder siempre la verdad a cualquier pregunta que le plantee su propietario, que primero debe saber cómo funciona. Y esa será una de las muchas cosas que deberá aprender Lyra en esta aventura que la conducirá al lugar donde es posible quebrar el rumbo del destino.

Todo el mundo conoce la historia de Alonso Quijano, unos (muchos menos de lo que dicen las encuestas) por haber leído el Quijote, otros por cultura general y otros muchos por las distintas adaptaciones que de sus aventuras se han hecho para la pantalla, sea grande o pequeña.

A esa larga lista de versiones de las andanzas de don Quijote y Sancho Panza se une ahora otra más, la cinta de animación Donkey Xote.

No es la primera vez que vemos a los personajes creados por Miguel de Cervantes en dibujos (ahí tenemos la serie clásica creada por Cruz Delgado a finales de los años 70 y en la que Fernando Fernán-Gómez prestaba su voz al intrépido hidalgo), pero este Donkey Xote es el primer largometraje animado.

Jose Pozo, director de El Cid, la leyenda, es el responsable de este filme, que cuenta en su reparto de voces con José Luis Gil (Aquí no hay quien viva) como don Quijote, Andreu Buenafuente (Sancho), Sonia Ferrer (Dulcinea), Sancho Gracia (el malvado Sansón), el presentador Jordi González (que hace en la cinta las veces de narrador) y David Fernández (uno de los actores del equipo de Buenafuente) como Rocinante.

La historia que narra Donkey Xote arranca después de las primeras aventuras de don Quijote, cuando el éxito de la novela de Cervantes ya ha recorrido España de punta a punta mientras Alonso de Quijano, que se debate entre el aburrimiento y la inquietud, toma la determinación de aceptar el nuevo reto del Caballero de la Media Luna, una empresa que le llevará a Barcelona y de la que dependerá su felicidad junto a Dulcinea.

Para llevar a cabo este empeño deberá primero convencer al escéptico Sancho Panza, cansado ya de aventuras que nunca llegan a buen puerto y al que además debe dos años de alquiler, y a su fiel Rocinante, retirado ya de la acción y dedicado por completo al cuidado de sus gallinas.

Por suerte, no todo serán obstáculos en el camino de este caballero que debe enfrentarse a los cientos de imitadores que han surgido por todo el país a rebufo de la novela y que proclaman ser el verdadero don Quijote. A su lado viajarán también Rucio, el burro de Sancho que sueña con ser un caballo, y James Gallo, un excéntrico individuo cuyo único afán es proteger, a toda costa, al protagonista.