Crítica de Cine

De juicios, políticos corruptos y conseguidores... ¡Y no es España!

Jessica Chastain firma otra actuación memorable a las órdenes de John Madden.

Jessica Chastain firma otra actuación memorable a las órdenes de John Madden. / .

El británico John Madden veló armas en el largometraje, tras formarse en la televisión, dirigiendo en 1993 una correcta adaptación de una novela de Edith Wharton (Ethan Frome) y un igualmente correcto thriller (Golden Gate). Llamó por primera vez la atención con la excelente recreación del largo duelo de la reina Victoria (Su majestad Mrs. Brown, 1997) y logró el éxito internacional con las endebles Shakespeare enamorado (1998) y La mandolina del capitán Corelli (2001). No levantó cabeza con las siguientes películas, la más conocida de las cuales fueron las dos entregas del El exótico Hotel Marigold, hasta que el buen thriller político La deuda (2011), con estupendas interpretaciones de Jessica Chastain y Helen Mirren, recuperó al prometedor director de sus inicios. Su reencuentro con el thriller de matiz político y con Jessica Chastain en El caso Sloane confirma que prosigue por el buen camino.

Porque esta historia protagonizada por una lobista tan sobrada de inteligencia, ambición y recursos como falta de principios éticos (o más bien con una ética siempre dispuesta a ceder ante un buen contrato) plantea un tema actual y con graves consecuencias en la vida cotidiana en los Estados Unidos: el enfrentamiento entre el lobby armamentístico y quienes quieren establecer un estricto control a la venta de armas. Su relevancia polítíca le viene dada por el debate sobre la Segunda Enmienda de la Constitución: "El derecho del Pueblo a tener y portar armas no será vulnerado". A esta cuestión dramática y compleja se enfrenta el fuerte personaje magníficamente interpretado por Jessica Chastain. A ella el hábil guión del debutante y joven Jonathan Perera -que a veces puede exagerar algún golpe de efecto, aunque esto forma parte de la tradición del cine de juicios: que la protagonista lea una novela de John Grisham puede ser un guiño a sus fuentes- opone dos personajes igualmente fuertes interpretados por unos estupendos Mark Strong y Alison Pill (enemigos o socios según las circunstancias) que sirven de boxístico punching para que la Chastain exhiba su poderosa musculatura interpretativa y su personaje muestre su inagotable reserva de ardides legales no siempre limpios y su -digámoslo así- flexibilidad ética.

John Madden ha supeditado en esta película su eficaz puesta en imágenes a las muy buenas interpretaciones y a los muy bien escritos y cortantes diálogos que todo el reparto interpreta magistralmente. Lo deja claro desde el arranque con el parlamento de la Chastain mirando a cámara en primer plano. Al plantearse a través de flash-backs y partir de su rostro devastado el personaje se enriquece extraordinariamente mostrando la vulnerabilidad de la mujer aparentemente invulnerable. Con ello crea una fascinante y ambigua mezcla de distanciamiento y empatía entre el espectador y ella. Que culmina en el espectacular alegato final. Golpe de efecto, sí. Pero, ¡qué golpe! ¡Y qué interpretación!

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