Cultura

El horror según Janácek

  • DG publica en DVD 'De la casa de los muertos' de Janácek en la reciente producción de Patrice Chéreau y Pierre Boulez

La rehabilitación en las tres últimas décadas del siglo XX del compositor moravo Leos Janácek (1854-1928) se constituye, vista desde hoy, en una de las más fructíferas y felices aventuras de las escenas líricas de nuestros días. Cuando a finales de los 70, Charles Mackerras apostó de manera decidida por sus óperas, Janácek era un compositor apenas conocido en Occidente; treinta años después, su presencia se ha hecho imprescindible en los más importantes teatros de ópera del mundo, incluido el Real de Madrid, cuya labor en la difusión del legado del músico checo en nuestro país debe ser reconocida como se merece.

Aparte una corta estancia de un año en Viena durante su época de estudiante y un par de viajes a Venecia y Londres, Janácek pasó toda su vida en la provinciana ciudad de Brno, con breves visitas a otras ciudades y regiones de su país, y ese aislamiento, que lo mantuvo al margen de las corrientes dominantes del arte europeo de su tiempo y lo hizo volverse hacia la música popular, habría de marcar de forma decisiva su producción para la escena. Por su forma de despojar al discurso musical de todo lo superfluo, de simplificar los materiales con los que trabaja, Janácek es un convencido antirromántico; por su tratamiento de la cadencia natural de la frase hablada como base del canto, su arte remonta el curso de los siglos hasta entroncarse con el de Monteverdi. No parece casualidad que ambos músicos, junto a otros de su misma estirpe (Debussy sin ir más lejos, pero Debussy sólo escribió una ópera), gocen de excelente salud en nuestra época.

La carrera operística de Janácek se inicia con Sarka, escrita en 1887 y no estrenada hasta 1925, una vez que el músico había alcanzado el reconocimiento que sólo llegó cuando en 1917 se presentó en Viena una versión revisada de Jenufa, una de sus óperas más conocidas, que había estrenado en Brno en 1904. Las excursiones del señor Broucek (1920), Katia Kabanova (1921), La zorrita astuta (1924), El caso Makropoulos (1926) y De la casa de los muertos (1928, estrenada póstumamente en 1930 en un arreglo de dos alumnos) marcan la absoluta madurez del compositor.

De la casa de los muertos es su última ópera y la más cercana al expresionismo de Berg. La obra está basada en Memorias de la casa de los muertos, novela de Dostoievsky sobre la vida de unos presos en un penal siberiano, que Janácek despojaría de los elementos cómicos y de la distancia irónica, enfatizando el peso de la opresión, de la brutalidad y del horror, pero también de la compasión y de la humanidad. DG presenta ahora en DVD la aclamada producción de Patrice Chéreau y Pierre Boulez para los Festivales de Viena y Aix-en-Provence de 2007. La puesta en escena, llena de detalles y admirablemente desarrollada, parte de unos decorados de grandes bloques móviles de hormigón gris, que evocan con eficacia un escenario intemporal y terrorífico en su familiaridad para un mundo, el nuestro, que ha conocido los campos de concentración y exterminio nazis, el gulag soviético o los campos de la muerte camboyanos. Espléndida dirección de actores, magnífico elenco vocal (con un tenor en lugar de la original soprano en el papel de Aljeja) y clarísima y contundente batuta la del octogenario Boulez. Una (aterradora) maravilla. Definitivamente, Janácek ha venido para quedarse.

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