Cultura

Unas historias de viva voz para hacer más afición

Cante: Miguel Poveda. Música: Orquesta de Córdoba. Fecha: domingo 19 de junio. Lugar: Teatro de la Axerquía. Lleno.

Y cuando la noche ya estaba metida en harina, cómo no trasponer hasta la antigua Colina de los Quemaos, para atender a una Historias de viva voz, puesta en valor por Miguel Poveda, artista catalán -con ancestros murciano manchegos-, instalado ahora en la baja Andalucía, con el respaldo de sus habituales en tantas citas flamencas ("Poveda, Chicuelo, y Joan A. Amargós, trío de ases"), esa noche además, ampliándose con la cobertura musical de la sinfónica de nuestra ciudad.

Acontecimiento artístico en loor de multitud, nada inédito, porque este indiscutible cantaor, coplero y reluctante figura escénica de la música, por sí solo es un espectáculo que tiene el lleno asegurado (hubo lío con las invitaciones), aun a costa del caché que en justicia el respetable deberá satisfacer, si quiere preciarse de ser alguien que no se perdió sus comparecencias. No ha sido Cataluña ajena a fenómenos como el que nos ocupa, porque migraciones ha tenido de procedencia meridional como para que en sus pagos se den lugares en donde se sabe valorar el arte de El Planeta, Silverio o La Niña de los Peines. Y Miguel Poveda, aparte de dejarse contagiar por el gusto materno, creció cerca de ellos. Unas vivencias musicales que en su pubertad le fueron cercanas, hasta que una vez cumplido su servicio militar consiguiera hacerse un hueco en el conocido tablao El Cordobés de la ciudad condal, donde comenzaría la carrera profesional que le ha traído hasta nuestros días.

Y con el largo bagaje que ahora no vamos a descubrir -su trayectoria ya lo ha popularizado- se subió al escenario del elegante y majestuoso Teatro de la Axerquía, para presentar el montaje anunciado, y el homenaje que quiere hacerle al flamenco y a la copla de sus vivencias y recuerdos infantiles. Comenzando por livianas, tonás por bulerías, soleá apolá recordando a Mairena, y de rondón a Marchena, un hermosísimo pregón de la Perrata, a tres voces primero de sus cantaoras y cantaor, a los que luego se sumó él aportando el macho de María Borrico. Cantiñas piropeando a Córdoba y continuando por los Puertos y Pinini, sorprendiéndonos con el buen gusto de una Theletusa actual, Rita, que no disfrutaron ni los patricios del antiguo imperio; un punto y aparte con el imprescindible Chicuelo por seguiriya y cabal; petenera por bulerías con sabor arcaico, con toque, palmas y percusión; malagueñas, Lucena, abandolaos ya con cierta solera, y jabegotes.

Frenesí desde ese momento, incluso por tarantos, y como ya se formó el alboroto, bulerías, muchas bulerías sin repetirse, enriqueciéndonos a todos con tantas procedencias, además, como estaba a gusto, mineras, y rumbas, apareciendo sigilosamente la Sinfónica de Córdoba para, mientras se instalaban, homenajear a Bambino; tango arrabalero, luego soleá de El Guanté; con el perchero delante cambiándose de tocado, para rememorar a los míticos Chacón, Miguel de Molina, Caracol, Porrinas, Valderrama; El Gloria, más bulerías, y al mismo Camarón: La Leyenda del Tiempo, con la agradecida respuesta del respetable, transformando su perfil de voz y propios gestos, sin aspavientos ni grandilocuencias, que tantos aficionados reconocerían con agrado por la dignificación que a cada cual le fue aportando.

El broche, sin solución de continuidad, sobrepasadas las dos horas seguidas, con la copla, introduciéndonos en Rafael de León.

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