rafael ábalos. escritor y abogado

"Me divierten las historias porque las voy descubriendo al tiempo que las escribo"

  • El malagueño vuelve a la novela para adultos con 'Las brumas del miedo', un 'thriller' policíaco en el que penetran el arte, el sexo, el resurgir del nazismo y la red profunda

Rafael Ábalos, poco antes de realizar la entrevista.

Rafael Ábalos, poco antes de realizar la entrevista. / javier albiñana

Se le reveló en forma de imagen. Ante sus ojos, desde un tercer piso, pudo ver con claridad los cadáveres de cinco chicas dispuestos en el suelo como el final artístico de un ritual macabro. Así inició el escritor malagueño Rafael Ábalos (Archidona, 1956) Las brumas del miedo (Plaza & Janés), su segunda novela para adultos. Con ella reivindica una madurez que durante más de una década estuvo reñida con su yo aventurero y adolescente. De esa etapa recuerda con cariño Grimpow, 2005, que alcanzó los 150.000 ejemplares vendidos y fue traducido a 25 idiomas. Su último libro inicia ahora andadura comercial y ayer estuvo de promoción en Córdoba.

-Lleva varios años apartado del mundo editorial...

-Sí, porque mi mujer ha tenido una leucemia muy severa y me necesitaba a su lado. Esta novela se convirtió un poco en mi salvavidas. Para mí tiene un sentido muy profundo.

-Después de El Péndulo, ¿cómo surgió Las brumas del miedo?

-Yo escribo por impulsos emocionales, no puedo elaborar una idea a partir de un estudio de una documentación, todo tiene que surgir de una manera muy fluida. Y no encontraba una idea que me motivara, algo diferente, que me atrapara. En 2015, por una casualidad, como me ha pasado siempre, salí a fumar a un balcón y vi abajo los cadáveres de cinco chicas. Y esa escena fue mi arranque.

-¿Visualizó una imagen y todo nació de ella?

-Mi relación con la literatura ha sido siempre muy mágica e inexplicable. Me afloran ideas inesperadas. Pensé en crear una historia a partir de una imagen bella, cinco chicas en un entorno monumental, con rostros serenos, sin aparente violencia y con una gran carga de erotismo, que le añadía un desafío a la historia. ¿Qué se esconde detrás de esa escenografía en la que confluyen arte, erotismo y muerte? En ese momento aún no lo sabía.

-¿Cómo es el proceso creativo?

-Pues puro fluir, empezar a escribir. Para mí resulta una vivencia interior fantástica, yo me divierto con la historia porque la voy descubriendo al tiempo que la escribo. Las sorpresas me las llevo yo también. Para mí escribir es un desafío mental apasionante a partir de una idea que acaba derivando en una obsesión, que es la que hace que esté continuamente dentro de la trama, y que necesita de la coherencia para resultar verosímil. Vas abriendo puertas pero como no seas coherente no retienes al lector, al lector no lo engañas. Voy escribiendo página a página.

-Hay varias tramas y varios tipos de narrador...

-Sí. Partí de la investigación policial. Pero luego pensé en la historia que tenían las chicas muertas y en que ellas mismas podrían contarla en un chat, como una obra teatral. Son sus voces y creo que eso les otorga mayor credibilidad. Posteriormente me surgió la idea de una estudiante de Erasmus que va a ir descubriendo una verdad propia, distinta a la de la policía. Creo que el libro también produce un efecto, que implica al lector como detective porque es el que más sabe de todos.

-¿Y la investigación?

-En mi caso es la esencial y a través de las facilidades que te aporta Internet. Desconocía la deep web, por ejemplo, pero encontré mucha información sobre ella.

-¿En su anterior novela, El Péndulo, anticipaba la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca?

-No de él como individuo, sino como ideología y concepción del mundo que representa Donald Trump. El Péndulo es una amenaza sobre la unión y la existencia de la ONU. En ese sentido hay una línea de continuidad con esta novela, en la que también está muy presente el tiempo que vivimos, el auge de los movimientos neonazis, con la presencia de líderes que sostienen una ideología que puede ser perversa. Las brumas son las oscuridades que todos podemos tener, individuales y a nivel colectivo. Y los miedos, las consecuencias de la incertidumbre del mundo actual que se presenta oscuro.

-¿Por qué pasar de una literatura más blanca como es la juvenil a novelas llenas de crímenes y conspiraciones?

-Fui un gran lector de literatura juvenil y había un dominio interior del niño, de la aventura, un diálogo entre mi yo infantil y mi yo adulto. Pero hubo un momento en el que ya quise intentar vivir una historia para mí solo.

-¿Qué le aporta este género?

-Me hace sentir que soy una persona madura que puedo afrontar una historia que intente comprender el mundo actual a través de una ficción que puede ser verosímil. El mundo de la fantasía queda en el ámbito de lo que escribí. Ahora domina la imaginación más real. Sin la imaginación no habría nada. El ser humano ha avanzado porque ha soñado y ha hecho realidad ese sueño.

-Por el momento, Grimpow ha sido su mayor éxito... ¿Se lo esperaba?

-Es difícil predecir el mercado editorial, pero es verdad que Grimpow era un libro muy universal que abordaba inquietudes muy compartidas por todos. Era un libro muy tierno, muy emocional y muy divertido, creo yo. Lo leyeron muchos adultos. Alcancé unos niveles de venta fuera que no eran habituales para autores españoles.

-Kôt fue el siguiente...

-Fue un libro menos comercial, con una estructura compleja y los jóvenes que lo leyeron tenían un gran nivel de lectura. En Francia destacó más que aquí.

-¿Hay ya un siguiente proyecto?

-Las brumas del miedo es una historia muy visual y muy cinematográfica, tiene una estructura de serie televisiva. Creo que podría tener una segunda parte pero solo la escribiré si llego a visualizar el comienzo con la intensidad que imaginé éste. A mi me tiene que sorprender. Tengo en el cajón una novela sobre un caso jurídico real muy interesante pero lo dejé porque era como si estuviera redactando una demanda, todo lo dominaba, no había sorpresas.

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