Crítica de teatromúsica

Un destino sin complejos

Una escena del musical.

Una escena del musical. / josé martínez

En una gira por toda España, el autobús de Priscilla aparcó este fin de semana sobre el escenario de nuestro Gran Teatro y completó su aforo para todas las funciones programadas. Tras su estreno en la gran pantalla en 1994, la cinta Las aventuras de Priscilla, reina del desierto pronto se convirtió en película icónica y de culto entre el colectivo LGBT. En 2006 dio el salto a los auditorios como musical y, después de pasar por teatros del West End londinense y Broadway, su adaptación española se estrenó en 2014 y ha recibido varios galardones, como mejor musical del año 2015, entre otros.

Bernadette, Tick y Adam, un trío de drags que han sido contratadas para hacer un show en un casino a miles de kilómetros de su residencia en Sidney, realizarán un viaje que les obligará a cruzar el desierto australiano. A lo largo del trayecto conoceremos sus secretos, fortalezas, debilidades y en cada parada se verán envueltas en peripecias de lo más variopintas que servirán para descubrir tanto la tolerancia de algunos como el desprecio de otros, todo a ritmo de una banda sonora plagada de éxitos pegadizos y típicos del Classic Camp Songs. Pese a algún que otro sinsabor, las tres compañeras llegan a su destino felizmente reencontrándose a sí mismas.

La comedia musical se desarrolla bajo un ritmo vertiginoso plagado de cambios de vestuario, maquillaje, coreografías y elementos escenográficos que convierten la escena en un show dinámico y repleto de color. Su puesta es escena impresiona, sobre todo las apariciones de las tres divas que cantan sus temas mientras permanecen suspendidas a más de seis metros del suelo. Igual de asombroso es el autobús donde se desarrolla gran parte de la historia. Pero, sin lugar a dudas, quien se lleva el gato al agua es el magnífico equipo de artistas y técnicos que sobre las tablas trabaja en sincronía perfecta para deslumbrar y dejar encantado a un público que termina rendido a sus pies aplaudiendo a raudales por tanto derroche de talento y profesionalidad.

Bajo la apariencia de comedia musical al estilo road movie, Priscilla guarda un mensaje conmovedor que ha trascendido y calado en el público: en un mundo plagado de estereotipos, etiquetas y prejuicios, la búsqueda de la felicidad debe estar por encima de todas la cosas, sin importar quién o cómo quieras ser. Y al que no le guste que no mire.

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