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"Lo complicado es transmitir lo mismo que la película sin primeros planos"

  • La adaptación teatral de 'Dirty Dancing' estará en el Gran Teatro del 4 al 8 de octubre

  • El intérprete encarna al personaje protagonista, al que dio vida Patrick Swayze en el cine

Christian Sánchez y Eva Conde, en 'Dirty Dancing', actualmente de gira por España.

Christian Sánchez y Eva Conde, en 'Dirty Dancing', actualmente de gira por España. / el día

Christian Sánchez interpreta a Johnny, el protagonista de Dirty Dancing, el musical que, basado en el célebre filme de los 80, llegará al Gran Teatro de Córdoba del 4 al 8 de octubre.

-La película es todo un clásico para la generación que la vio en los cines a finales de los 80. ¿Qué respuesta del público han encontrado en esta gira?

-Estamos teniendo muy buen recibimiento y la verdad es que nos sentimos encantados. Ya estuvimos un par de temporadas en Madrid y una en Barcelona. Y ahora afrontamos esta gira con muchas ganas de poder acercar este musical al público. Para mí, lo más complicado de llevar a los escenarios la película es el reto de interpretar un personaje tan mítico como el de Johnny Castle, que hacía Patrick Swayze, y que se convirtió en un mito sexual de la época. La gente viene a ver el musical y lo primero que hace es comparar, tanto para bien como para mal [risas]... Le interesa el hecho de poder ver quién está haciendo ese personaje y si alcanza todo ese aura que desprendía Johnny en la película. Y tenemos una gran suerte: la adaptación del musical es muy fiel a la película, por lo que la gente que viene a verlo se siente muy identificada con ese filme de 1987 que les remite a todo aquello que vivieron en aquel momento. Eso es maravilloso, ver la reacción del público cuando se da este caso.

-¿Qué es lo más complicado a la hora de representar ese papel principal?

-Se trata de un personaje que puede parecer muy cliché y luego, sin embargo, es todo lo contrario. A simple vista parece ser el chulo del lugar y realmente es todo una coraza de un personaje muy sensible, con muchas inseguridades, con grandes expectativas en su vida que no ha conseguido alcanzar, alguien que ha intentado sobrevivir de la mejor manera que ha podido. Poder dar esa dimensión dentro de una obra teatral, en la que vamos al mismo ritmo que la película, es difícil. Lo complicado en realidad es poder transmitir todo eso sin primeros planos que la gente pueda ver, porque una mirada dice más que mil palabras. El que está en la fila 15 en el teatro puede no captar tanto como podría hacerlo en el cine. Ese es mi trabajo y el de los actores que estamos aquí: transmitir eso sin necesidad de una mirada, sino mucho más.

-Hay que expresar esos matices y bailar con intensidad.

-Para mí no ha sido tan difícil porque me he dedicado siempre a bailar y eso es algo que me resulta sencillo. Ciertamente hay bailes muy complicados que requieren mucho ensayo. Soy profesor de baile y he tenido que poner a refrescar algunas disciplinas porque he estado un tiempo más centrado en televisión, pero no ha sido muy complicado.

-Se necesita un gran potencial físico sobre todo, ¿no?

-Sí, es algo muy cansado. Creo que hay que estar en forma tanto física como psicológicamente. Es un espectáculo que tienes que defender todos los días en directo, por lo que siempre tienes que ofrecer algo novedoso a la gente. Hay muchos intérpretes que se instalan en la monotonía y lo interesante es no hacer eso, sino poder ofrecer cada día lo mejor de ti.

-¿Hay más amor o sensualidad sobre las tablas?

-Yo creo que está dividido al 50%. El éxito de esta obra es la sensualidad que emite la película y cómo los personajes se mueven en ese ámbito -porque al final se trata del despertar sexual de una joven de solo 17 años que se enamora de un chico mayor que ella y de otra clase social-. Entonces, eso está porque creo que es fundamental y es bonito. Eso es lo que le dio el éxito en su día a Dirty Dancing y lo que nos lo da a nosotros también en el teatro.

-¿Es una historia de amor que en realidad no ha caducado?

-Claro, todos tenemos ese primer amor, así que nos sentimos identificados. Incluso los que no han visto la película, cuando vienen a ver el musical se sienten igual de cercanos. Porque además de tocar el tema del amor, también toca otros asuntos sensibles como la lucha de clases, el racismo, el aborto... Hay temas que siguen estando vigentes y despertando controversias. Es algo muy actual a pesar de que pueda parecer que esto sucedió hace 30 años. Creo que hoy en día sigue habiendo espacio para que la gente pueda ver el musical y salir con la sensación de haber disfrutado, de haber bailado y haber empatizado con la historia.

-¿Cómo se sorprende a alguien que sabe el final de la historia?

-Contándosela con la misma verdad que la han vivido. Ya no se trata de sorprender, sino de hacer disfrutar e invitar a vivir una aventura, una historia o situación. En este caso, lo que intentamos es contarlo desde nuestra verdad y transmitir a la gente la sensación que vivió cuando vio por primera vez la película. Es lo que al final vienen a hacer, porque marcó una época; un antes y un después en el cine. Se trata de intentar llevar todo eso al teatro y que la gente se sienta partícipe de ello.

-En un mundo tan digitalizado, ¿qué significa para el espectador ver a los actores en directo?

-Yo creo que es magia. Poder vivir en primera persona una historia que has vivido detrás de una pantalla es como ver a alguien que sale en la tele. No te sabría explicar la causa pero genera una magia especial.

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