Cultura

La ceremonia de la mirada: nuevas voces femeninas en La Bella Varsovia

  • La editorial publica los primeros poemarios de las cordobesas María Sánchez y Azucena G. Blanco

María Sánchez.

María Sánchez.

Escribe Azucena G. Blanco: "A veces no continuar la frase / es un acto / de valentía". Escribe María Sánchez: "Sangre no es la palabra: / quizás un temblor. / En los bordes de la herida, / ¿quién alimenta a quién?". Son cordobesas y la ceremonia de sus miradas alimenta la colección de La Bella Varsovia. El ser breve y Cuaderno de campo son, respectivamente, sus primeros poemarios.

"Cuaderno de campo nace de la necesidad de anotar las raíces de mi familia", explica Sánchez, "la vida de mis abuelos, mi infancia y mi día a día trabajando en el campo. De hacer que todo lo que me ha hecho ser como soy no quede en vano. También ha sido una manera de encontrarme a mí misma y aceptarme, una forma de presentarme al mundo". "La historia de mi familia", añade, "significa muchísimo para mí. El trabajo ligado a la tierra y a los animales ha sido, inevitablemente, el germen de Cuaderno de campo. Pequeñas historias que he ido recogiendo de mi familia, de los ganaderos con los que trabajo, los animales que veo cruzar la carretera, cantos de aves, lecturas de libros de naturaleza...".

Un libro heterogéneo desde el punto de vista formal, en el que la autora aplica distintos códigos: "He querido construirlo con todo lo que me rodea y de ahí la ruptura de la línea formal. Es un espejo de como soy. Quería mezclar mis dos trabajos y que se vieran realmente reflejados en la escritura".

La presencia de elementos y símbolos que hacen referencia a la herida, la muerte, la soledad, la ausencia es un rasgo principal de la obra: "Porque creo que es lo que supone crecer, madurar. Darte cuenta de ello, asimilar la pérdida, llorarla, pero a la vez sentirse orgullosa de aquellos que se han ido pero que han dejado su impronta en ti. Uno de los protagonistas es mi abuelo, que era veterinario de campo, una de las personas que más han marcado mi vida, sinceramente la que más. Rebuscar entre sus libros de animales y escribir sobre él hace que me siga sintiendo muy unida a lo que supuso para mí".

Nacida en 1989, veterinaria de campo, Sánchez afirma que en los últimos años, desde el punto de vista literario, ha "aprendido mucho". " Cuando empecé no dedicaba tiempo a corregir los poemas, a dejarlos crecer, a que impusieran su ritmo, su forma, su propia respiración dentro del libro. Los primeros esbozos de Cuaderno de campo empezaron hace siete años, ha sido un proceso lento porque quería estar muy segura del texto", señala la autora, cuyos textos han aparecido en revistas y antologías y han sido traducidos al francés, el portugués y el inglés.

Azucena G. Blanco nació en 1978, es doctora en Teoría de la Literatura y de las Artes y Literatura Comparada y trabaja como investigadora Ramón y Cajal en la Universidad de Granada. También ha dedicado varios años a El ser breve: "Es un poemario de largo aliento, que ciertamente contrasta con su brevedad. Así que aunque empezó a escribirse en los años en que viví en Berlín, siguió escribiéndose y reescribiéndose durante varios años hasta prácticamente borrar cualquier posibilidad de origen. Quizás la huella más evidente de su principio berlinés está en esa luz que recorre el poemario. En alemán sería Zwielicht, un concepto que en español no tiene traducción y que literalmente sería algo así como entre dos luces. Supongo que para todos los que vivimos por primera vez en un país nórdico, esta extraña luz lo viste todo de cierta irrealidad. La importancia de esta ambigüedad luminosa es un concepto que recorre todo el poemario y es también el título de la primera parte. Pero hay otras relaciones menos evidentes que parten de un juego con la contaminación lingüística, como el uso de la expresión gusano-de-oreja que traduce otra palabra alemana, Ohrwurm, que tampoco tiene traducción al español, y que hace referencia a esas melodías que, una vez las escuchamos, se repiten interminablemente en tu cabeza".

Una obra introducida por una frase de Foucault: "En el fondo duermen las imágenes que habrán de nacer, serenos paisajes sin mundo". "Como antesala o umbral del poemario", explica Blanco, "podríamos decir que la cita es al libro lo que el marco al cuadro. Esas imágenes que habrán de nacer en Foucault se refieren a las heterotopías, un concepto desde el que plantea una alternativa a la utopía. Pues las heterotopías respetan la multiplicidad que ha de caracterizar a toda democracia. Para El ser breve, podemos decir, esta cita es su marco político. En cuanto a la relación con los propios paisajes del libro -que aparecen sobre todo en la segunda parte-, esos paisajes sin mundo acaban definiéndose en nombres propios: Berlín, Edimburgo, Amrum… Así que la relación es de concreción y extrañamiento de paisajes reales en el propio poema".

Hay en este libro una tensión poética muy especial, sugerente y misteriosa: "Es un tópico del pensamiento literario que la literatura es una manera de extrañarnos ante lo que es común y cercano. Pero aquí, extrañamiento funciona en direcciones contrarias: no solo como lo inquietante de una situación conocida para nosotros que, sin embargo, se presenta desde una distancia que nos permite ver algo que siempre ha estado ahí, pero a lo que no le hemos prestado atención (como la de las avispas muertas en las piscinas); sino también como aquello que es raro o anómalo, o como extrañar aquello que está lejos y echamos de menos (la nostalgia del viajero). Creo que esa atmósfera, que es una especie de ausencia constante, es lo que permite al poemario pendular entre lo inquietante por descubrir y la experiencia vivida y añorada".

En El ser breve "conviven poemas de distinta cronología". Le precede un libro de poemas visuales no publicado "pero que ha dejado también su huella en poemas como La playa, de forma más evidente, o en el juego con la materialidad del lenguaje de otros como Embra o En calma. Pero quizás haya una cierta constancia desde los primeros textos en la tendencia a la constricción y el juego, y al pensamiento poético de conceptos polivalentes".

Sánchez considera que el panorama poético cordobés "goza de muy buena salud, seguramente propiciado por muchos factores". "Entre otros", añade, "me parece que han sido determinantes la celebración de un festival internacional tan prestigioso como Cosmopoética, por el que han pasado varios premios Nobel y poetas de prestigio internacional; y el apoyo de las instituciones, que posibilita la realización de proyectos tan importantes y necesarios como el ciclo de La Montaña Mágica, dirigido por el poeta Raúl Alonso en colaboración con la Diputación de Córdoba, y que se está celebrando en estos días en distintos municipios cordobeses. Me parece que ha jugado un rol clave la consolidación de editoriales independientes a nivel nacional como La Bella Varsovia, que no deja de sorprendernos con obras de jóvenes como la recién aparecida Cuaderno de campo, de María Sánchez. Y, en definitiva, el empuje de varias generaciones que desde los años 90 hasta la actualidad han marcado la poesía española, representadas por autoras y autores como Elena Medel, Juan Antonio Bernier, Juan Carlos Reche, Rafael Espejo, y un largo etcétera. Y, desde luego, otro fenómeno más global como es la publicación en las redes, que ha animado y ha prestado un espacio inédito a jóvenes voces que de otro modo habrían tenido más difícil darse a conocer".

Sánchez considera que "se debería dejar paso a nuevas voces y tenerlas en cuenta. Córdoba es una ciudad llena de poetas, pero también es cuna de otros muchos que ya no viven aquí y que son más reconocidos fuera que dentro".

Sánchez y Blanco se suman a un catálogo en el que figuran, entre otros, Mercedes Cebrián, Alberto Santamaría, Ignacio Vleming y Alberto Conejero. La joven poesía sigue llamando a la puerta de la mano de La Bella Varsovia.

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