Crítica de Flamenco

Sublime y tierno con poderosos soníos negros

Pedro El Granaíno y Patrocinio Hijo, el pasado jueves en La Corredera.

Pedro El Granaíno y Patrocinio Hijo, el pasado jueves en La Corredera. / jordi vidal

Uno de los anunciados más esperados en este Festival de los Patios y que en años anteriores no pudo comparecer por la pertinente inclemencia del meteoro de aquellas fechas es Pedro el Granaíno, que llegó el pasado jueves con Raíces Flamencas. Un encuentro que el poderoso cantaor puso a tope, por la conocida solvencia que le concede Córdoba; premiado en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de 2013, gozando de la preferente consideración de la afición y, por si faltaba algo, con la brillante presencia de la sonanta de Patrocinio.

Con noche que no envidiaba nada, comparecía el Granaíno poniendo en suerte un rico repertorio, por sus conocimientos del cante y en línea con los cánones que le legaran los grandes que le precedieron, acometiendo sublime y con tierna voz su repertorio de palos y estilos de mucha enjundia para invocar a los duendes que en un espacio más íntimo se hubiesen dejado sentir. Qué decir del cante dicho por soleá de Alcalá y apolá de Fosforito, como en seguiriya de Agujetas Viejo, por tangos, bulerías, así como con fandangos naturales para finalizar, contribuyendo a la seducción del aforo, con el enorme toque que le escoltaba.

Así, para que el resto de la velada prosiguiera con la bailaora lucentina Araceli Muñoz y su séquito, con la cobertura del cante de Gema Cumplido, el toque de David Navarro y palmeros que estuvieron al nivel con su cabeza de cartel. Todos para ser tenidos en cuenta en más ocasiones pues, siendo tan jóvenes, lucieron como ella temperamento y entrega en cuantos movimientos acometió, con bamberas a ritmo de romance y bulerías gaditanas en primera salida, como lo hizo en alegrías para clausurar la sesión, ambos enriquecidos por su elegante presencia luciendo tradicional moño cordobés, vistosas y gustosas ternas incluyendo mandil de lunares sobre vestido turquesa, y luego un bonito mantón blanco que manejó con donaire. Naturalmente siendo acreedora de la efusiva respuesta del respetable.

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