Cultura

'Sitcom', edad adulta

  • Se edita íntegra en DVD 'The office', multipremiada y ácida serie de la BBC que ha revolucionado la 'sitcom' televisiva

Creada por Stephen Merchant y Ricky Gervais, The office empieza a emitirse en la BBC2 a mediados de 2001 con unos resultados de audiencia no demasiado esperanzadores. El espectador británico, posiblemente uno de los más curtidos en series de televisión, se enfrenta a un nuevo formato de sitcom sin risas enlatadas, sin música de puntuación, sin actores ni rostros conocidos, con un muy peculiar, cínico y poco complaciente sentido del humor y, lo que es más novedoso y estimulante, bajo la apariencia de un falso documental o reportaje en curso (que debe mucho a los filmes de Christopher Guest y su troupe This is Spinal Tap, Very important perros y For your consideration) que dota a cada episodio de un gran realismo al tiempo en que proporciona interesantes novedades en la dinámica del género con un constante juego de complicidad entre la cámara, los personajes y el espectador.

A pesar de la originalidad del formato y de un humor con tendencia al absurdo que insiste en destapar el lado más canalla e incorrecto (racista, xenófobo, machista, homófobo, etcétera) del empleado de clase media, la serie se convierte pronto en un fenómeno que propicia una segunda temporada (2002) y un par de capítulos especiales de Navidad que la catapultan al éxito internacional (la serie se vende a más de 60 países, entre ellos España, donde ha sido emitida por Cuatro) y a la consecución de numerosos premios, entre ellos dos Globo de Oro (2004). Ese mismo año la cadena NBC compra los derechos para hacer su propia versión norteamericana, que empieza a emitirse en 2005 protagonizada por el popular cómico Steve Carrell.

Como era de esperar, el protagonista de Virgen a los 40 no podía emular el esencial y determinante físico de Ricky Gervais en la versión original, jefe de una gris oficina de provincias de una empresa papelera que, autonombrado cómico oficial de la empresa, carga sobre sus chistes malos e inapropiados, su desbordante gestualidad y sus kilos de más el peso y el tono cómico de la serie.

A su alrededor, una galería de personajes prototípicos -el pelota oficial, el empleado hastiado, la secretaria eficiente, la supervisora de personal, el amigo del jefe- dibujan un esperpéntico panorama en el que no resulta difícil identificar una aguda y satírica mirada al entorno laboral a partir de unos registros realistas que funcionan como un espejo deformante de la mezquindad propia y ajena. El propio formato pseudo-documental de la serie, en la que los personajes se dejan entrevistar por un supuesto equipo de televisión o interpelan a la cámara como gesto de complicidad ocasional para sus bromas o sus momentos más embarazosos, desvela las enormes posibilidades reflexivas de un formato que, hasta la fecha, parecía estar condenado a variaciones sobre una misma y rutinaria fórmula. The office se erige en la serie de televisión que mejor ha sabido integrar ciertos recursos metacinematográficos no tanto con un ánimo meramente paródico o superficial, sino adaptándolos y asimilándolos como materia prima de su propia esencia cómica. La serie de Gervais y Merchant interpela así a un espectador que no sólo se ríe (con una mueca congelada en todo caso) dentro de los márgenes pactados de una ficción cómica, sino a un espectador que se reconoce a sí mismo como interlocutor, cómplice y protagonista de unas mismas miserias cotidianas.

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