Cultura

Sentimiento de héroe

  • Superman se dispone a dar su definitivo salto a la gran pantalla con 'El hombre de acero', que se estrenará el 21 de junio en España bajo la dirección de Zack Snyder y con Henry Cavill en la piel de Clark Kent

Christopher Nolan ha dejado volar a su preciado murciélago. Lo ha hecho con un desenlace grandilocuente, propio de la grandeza con la que ciertos directores de orquesta suelen culminar algunas obras , una vez han cautivado a su público. La nostalgia que siente por el trabajo concluido es superior a su orgullo, que se halla repartido entre la ovación del auditorio y las lágrimas que descienden por su rostro. Para muchos, aquello lo consiguió con la inigualable El caballero oscuro, con el difunto Heath Ledger tirando de una superproducción armoniosa en todos los sentidos. Sin embargo, esa parte de su pasado todavía piensa por sí misma. Ahora el cineasta ha mostrado su interés en producir la nueva adaptación de Superman, con El hombre de acero, que tiene previsto su estreno en España el 21 de junio de este año.

Puede que Superman no presente el mismo parlamento que El caballero oscuro, pero sí que, a lo largo de los años, ha ido redescubriéndose, encontrando en sí mismo a un ser humano capaz de sentir y temer lo que los demás. Su faceta emocional va más allá de ser un simple superhéroe; pretende integrar lo más profundo de su ser en un mundo plagado de crueldad. Para ser feliz, necesita que sus seres queridos convivan lejos de la muerte, la desolación y la traición. Su obsesión con los sentimientos le ha llevado a tomar elecciones durísimas, y se ha visto obligado a afrontar sus consecuencias con aplomo. Esa determinación por ser más humano que el propio hombre es lo que ha conmovido a varias generaciones de sus seguidores. Una de la colecciones de cómics que mejor refleja este compleja visión del mundo es Las cuatro estaciones, donde Superman vive un periodo de tranquilidad junto a su familia, equiparado con otro en el que libra una gran batalla contra la injusticia en la ciudad de Metrópolis. Tras una lamentable tragedia, tras sentir que sin su ayuda, probablemente, los niños que coreaban su nombre estarían muertos, su némesis, Lex Luthor, se le acerca con aire petulante, aunque perturbador. Contempla la escena en la que una mujer, bien conocida por ambos, yace muerta en los brazos del superhéroe, cuya mirada refleja una tristeza fuera de alcance para muchos héroes que pretenden empatizar con su causa. Pero en ese momento, no es Clark Kent el que sufre ese cúmulo de emociones; es Superman. Luthor se aproxima cada vez más, haciéndole comprender que nunca alcanzará a entender lo frágil que resulta la condición humana. Cierra su intervención con la frase "Ser el hombre más poderoso del mundo no significa nada si estás completamente solo". Parece que el Superman interpretado por Henry Cavill, cuyo magnetismo, sólido, ha permitido levantar algunas de las películas que ha protagonizado, viene con la lección aprendida, igual de emocional y contemplativo (o más) que el Batman de Nolan.

Ahora bien, el universo de Superman, tan místico como inquietante, ideado como una quimera rebosante de creatividad, requería la fuerza visual de un realizador como Zack Snyder, que lleva años demostrando la belleza de sus imágenes y las proezas de la fotografía digital. Uno de sus trabajos más plausibles, amenos y majestuosos es 300 (2006), la popular recreación de la batalla de las Termópilas, donde le mostró a su público su capacidad para coordinar sus impresionantes desvaríos visuales, con una acción tan magníficamente coreografiada y elitista. Watchmen (2009), su particular adaptación del cómic de Alan Moore, permitió que afinase su técnica con un cuidado retrato de diversas influencias culturales de los años 60 y 70, incluyendo sendos homenajes a autores como Simon & Garfunkel y Bob Dylan. Su alianza con Nolan hace desear que El hombre de acero recoja lo mejor de ambos estilos y que ambos directores consigan pulir una superproducción con sentimiento, que sea capaz de borrar el despropósito que resultó Superman Returns (2006) para todos sus seguidores, y que pueda hacer renacer un mito que perdió su encanto y su desdichada esencia cuando se sobreexplotó a Christopher Reeve. A estas alturas, Hollywood no se puede permitir experimentar con uno de los iconos más célebres del mundo del cómic.

Superman siempre ha sentido la agonía de vivir bajo la agresión de sus sentimientos, volando entre los edificios con una apariencia de felicidad, mientras que en el fondo se sí mismo emite un llanto evocando a la maldad que se lo podría arrebatar todo. Si el tándem Snyder-Nolan consigue que su personaje resulte tan humano y emocional, que el público olvide lo mecánico que pudo llegar a ser en sus anteriores adaptaciones, ambos habrán conseguido que el mito renazca.

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