cRISTINA CASTAÑO. ACTRIZ Y CANTANTE

"Sally Bowles es el papel con el que sueña toda actriz"

  • La polifacética intérprete encabeza el elenco del musical 'Cabaret', cuya gira llega el jueves próximo al Gran Teatro tras triunfar durante dos temporadas en la Gran Vía madrileña.

La pelirroja Cristina Castaño era para el gran público la psicóloga Judith Becker de la serie televisiva La que se avecina hasta que se metió en la piel de Sally Bowles y encabezó uno de los musicales más intensos y bellos de todos los tiempos: Cabaret. Tras triunfar durante dos temporadas en la Gran Vía y lograr el Premio Actriz Revelación del Teatro Musical por esta versión dirigida por Jaime Azpilicueta, Castaño arrasa ahora con la gira española de Cabaret, que llegará el próximo jueves al Gran Teatro (donde estará hasta el 5 de febrero) procedente del Lope de Vega de Sevilla. El musical, con parada en Cádiz del 27 al 30 de abril, transporta al público al local más deslenguado del Berlín de entreguerras, el Kit Kat Klub.

-Tanto Broadway como la Gran Vía han estrenado exitosas versiones del musical Cabaret. ¿Qué distingue a esta nueva producción que dirige Azpilicueta?

-Partimos del mismo libreto que se estrenó en Broadway en 1966, es decir, somos fieles a la versión original, que ahora cumple 50 años. Sin embargo, Azpilicueta sabe sacarle un partido inmenso a la caja escénica y nos da su propia visión, que no tiene nada que ver con la de Sam Mendes. Estábamos acostumbrados a un cabaret de chicas oscuras, tristes, ojerosas, con medias rotas, y aquí hablamos de glamour, color; de chicas guapas, belleza y de un lujo que contrasta con la pobreza en la que viven los personajes y con lo que está pasando en Berlín en 1931.

-¿Qué supone dar vida a Sally Bowles y cuántas veces vio a Liza Minelli interpretándola en la mítica película de Bob Fosse?

-Sally Bowles es un regalo, el papel que todas las actrices sueñan con interpretar algún día. Evidentemente Liza Minelli está en la mente de todos, en la memoria colectiva, pero hubiera sido un error intentar imitarla porque eso es imposible y además yo no soy actriz de imitar a nadie. Yo quería interpretar a la Sally que me sale del alma, y para ello me basé en la novela original de Christopher Isherwood, que dedica un capítulo a explicar quién es. Y luego las canciones, las funciones y el compañero que tienes enfrente te hacen ahondar en las cualidades del personaje. Mi Sally, dentro de lo atrevida y libertina que es, mantiene una ingenuidad que te hace no juzgarla. Tras tanto tiempo interpretando un personaje cómico como el de Judith, este rol me ha abierto un mundo de posibilidades. Era algo con lo que soñaba y me estoy entregando en cuerpo y alma.

-¿Cuál es su número favorito en un musical que ha dejado tantas canciones e himnos para la historia del género?

-Por supuesto, Cabaret. Para mí es un honor y un lujo poder interpretar esa canción que camina sola todas las noches, que es una joya, una obra de arte de la historia de los musicales de la que no te cansas nunca. Y aunque estoy sola cuando la canto me siento muy arropada por la orquesta, la luz, el maravilloso vestido rojo... y por un contenido que hace que ese momento sea el culmen de la función. Me desgarro cada noche gracias a ese número.

-Es difícil saber si Sally está más cerca del Maestro de Ceremonias o de su amante, el escritor Cliff Bradshaw. ¿Qué opina?

-Emcee, o el Maestro de Ceremonias, mantiene con Sally una complicidad juguetona y es el único que rompe la cuarta pared e interactúa con el público. Con Cliff, en cambio, se da una relación muy moderna entre dos almas que se encuentran, se necesitan y complementan. Digamos que tienen una relación muy libre y lo pasan bien juntos.

-¿Nos avisa Cabaret, con su retrato de un mundo que se desmorona por el auge del nazismo, de los riesgos que corremos?

-Sin duda. No tenemos memoria y, estamos asistiendo a verdaderas masacres sin que haya ayuda internacional ni reacción. Por eso me parece muy potente poder salir cada noche a contar esta historia sobre algo que ocurrió hace menos de un siglo y que podría volver a suceder. Esto no es un musical como Mamma Mia!, aquí lo vas a pasar bien pero también te vas a quedar pegado en la butaca porque ideologías como las que crearon eso tan injusto y que parece tan irreal están ahí de nuevo, en auge.

-¿Hay grandes diferencias entre la producción en gira y la que triunfó en 2015-16 en la Gran Vía?

-Diría que el 95% de la producción es igual, incluida la orquesta. Lo que sí ha variado es el elenco pero estamos como mínimo al mismo nivel. Es un reparto completo y muy equilibrado que cuenta con Armando Pita como Maestro de Ceremonias y con otro intérprete muy conocido, Alejandro Tous, en el papel de Cliff.

-A juzgar por lo bien que va la venta anticipada, Cabaret parece ser el regalo navideño perfecto. ¿Qué supone regresar a Andalucía con semejante expectación?

-Una inmensa alegría. Debuté en el Lope de Vega junto a Concha Velasco con Las manzanas del viernes de Antonio Gala, que fue mi primera obra de teatro, y nunca había regresado con otros trabajos. Tengo además muchos fans aquí que no han podido desplazarse a la Gran Vía y me hace mucha ilusión que vean este Cabaret admirado por más de 200.000 personas sólo en Madrid. Estamos seguros de que traemos un gran espectáculo y sabemos que, pese al 21% de IVA, la gente que paga su entrada vuelve a casa muy contenta y llena de emoción, consciente de haber disfrutado de un gran despliegue técnico y artístico.

-El cine y el teatro se la disputan ya casi tanto como la televisión.

-Sí, pese a la crisis, este es el mejor momento de mi carrera. Ya estrené en los cines Nacida para ganar y ahora La madriguera. Además TVE estrenará pronto la última serie que he rodado, El final del camino, una producción ambientada en el siglo XI que relata la construcción de la Catedral de Santiago y donde interpreto a la reina Constanza de Borgoña, la esposa del rey Alfonso VI (Asier Etxeandía), un personaje dramático y con mucho carácter.

-¿Hay algún referente que la haya inspirado especialmente?

-Muchísimos, pero de quien no puedo olvidarme nunca es de Concha Velasco, con la que empecé y que me trata como una hija. Cuando era niña soñaba con ser como ella, porque cantaba, bailaba y hacía de todo. Y verla ahora en Reina Juana me produce una gran admiración. Concha es además de las pocas actrices que ha trabajado todo el tiempo, dando siempre obras a su público. Es la reina del escenario y por eso va a recoger su segundo Premio Nacional de Teatro.

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