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Roll overBeethoven

  • Se cumplen 200 años de la 'Novena sinfonía' del autor alemán, una de las obras más influyentes de la historia de la música

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Fuerzan la entrada de una casa, violan a la mujer y patean al marido mientras cantan Cantando bajo la lluvia. Luego regresan al Korova, su bar lácteo favorito, y allí escuchan el cuarto movimiento de la Novena sinfonía de Beethoven. El tratamiento para acabar con su gusto por la violencia que experimentan las autoridades en un revolucionario programa será escuchar una y otra vez la Novena sinfonía acompañada de terribles imágenes. Ya no podrá volver a escuchar nunca la Novena sinfonía de Beethoven sin asociarla a la tortura. Esto, naturalmente, es La naranja mecánica, que habla de muchas cosas, que es a lo que se dedicaban Anthony Burguess y Stanley Kubrick, pero también al arte como elemento de alteración de comportamientos y estados de ánimo. En ese sentido, Beethoven era un revolucionario, y su Novena sinfonía es el Álbum blanco de los Beatles en los albores del siglo XIX, que fueron como unos años 60 por sus revoluciones y sus contrarrevoluciones.

En estos días se cumplen 190 años de la muerte de Ludvig Van Beethoven y 200 años redondos del encargo recibido de la Filarmónica de Londres para la composición de la Novena Sinfonía, también llamada Coral, una de las obras más influyentes de la historia del arte moderno. Un réquiem por este romántico sordo, tan sordo como Goya, tan atormentado como él. Tan estrella del rock como él. Melancólico, huraño, alcohólico, Beethoven murió en una noche en la que se desató una violenta tormenta con el hígado destrozado y asediado por decenas de enfermedades. Un final como el de cualquiera de las autodestructivas leyendas de los años 60. Aquella tormenta es la metáfora de todo su arte.

No cabía un alfiler en el Karntnertortheater de Viena para el estreno de la esperada 'Coral'

Sin embargo, allí, en la Novena sinfonía, en su cuarto movimiento, se encuentra el Himno a la Alegría, diríamos que el single, que todos cantamos como Miguel Ríos lo hizo con el arreglo de Waldo de los Ríos y que vendió nueve millones de discos en todo el mundo en el año ¡1969! Fue número uno en Estados Unidos. Quién se lo diría a Beethoven.

A todos nos pareció justo, por tanto, ya fuera por Beethoven o por Waldo de los Ríos, que se convirtiera en el símbolo de este bello desastre que es la Unión Europea tan desunida, aunque la letra de verdad no es la de Miguel Ríos, sino la de Schiller, en cuyo poema está inspirado. "¡Abrazaos millones de seres! ¡Este beso al mundo entero!..." Je, qué ironía, ni que lo hubiera compuesto un asesor de Donald Trump o un inspirador del Brexit. Schiller el romántico, el romanticismo de los nacionalismos y las patrias, pero también de las unificaciones. El siglo XIX, en suma. Eso nos entronca de algún modo (a Europa, digo) con La Naranja Mecánica. Podríamos asociar el Himno de la Alegría europeo en la actualidad a campos de refugiados y vallas de espino. Una pesadilla. Pero la Novena Sinfonía es mucho más que esta 'Alegría' de vivir.

Desde que recibió el encargo, Beethoven tardaría tiempo en estrenarla. No lo haría hasta 1824. Fue un acontecimiento. Hacía doce años que Beethoven no aparecía en escena, era el regreso del más grande. El 7 de mayo de 1824 en el Kärntnertortheater de Viena no cabía un alfiler. Y mereció la pena. Durante años sería un "yo estuve allí" tan grande como el que más de un siglo después sería un "yo estuve allí" en Woodstock. Tras esa inolvidable aparición, Beethoven se recluyó hasta su muerte.

Lo que allí se vio fue inenarrable. La cantidad de instrumentos con sus timbales, triángulos y bombos del cuarto movimiento era de una riqueza que en la época debió suponer un bombazo. Y voces. ¡Voces en una sinfonía! Algo así como cuando Brian Wilson incluyó a sus perros ladrando con un sonido de trenes de fondo en una de las piezas del Pet Sounds de los Beach Boys. Y un solo de bajo como quien no quiere la cosa. De la exuberancia al minimalismo en una composición. Lo nunca visto, lo uno y lo otro. ¿A quién le podía sorprender, por tanto, que con ese espíritu innovador John Lennon no estuviera tentado de plagiarle su Claro de luna para su canción de Abbey RoadBecause, aunque los acordes fueran ejecutados al revés? ¡Si es que era uno de los suyos! Lennon hubiera estado allí.

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