Cultura

Roger Hodgson o la neurona de la abuela

Temía que a estas alturas del festival me hubiera quedado sin recursos. Pues no. Hoy toca neurología. En los años 60 Jerry Lettvin postuló la teoría llamada "neurona de la abuela", que sugería que la información concerniente a un concepto descansaba en una sola neurona. De ser cierto, si la neurona que guarda el recuerdo de la abuela deja de funcionar, nos olvidamos de... nuestra abuela. Tranquiliza saber que la neurona de Supertramp sigue intacta en la cabeza de un público adepto que en su días coleccionó experiencias con su banda sonora como fondo y el pasado jueves destiló recuerdos con la voz de Roger Hodgson sonando en el Teatro de la Axerquía.

Sin necesidad de grandes aspavientos, el británico llenó el escenario y se hizo con la voluntad de la concurrencia. Hodgson encarna un estilismo musical muy concreto, acentuado en el lirismo y que en su momento pudo pasar por todo menos por moderno, sin que ello le reste mérito al resultado. Nadie podría esperar que con el paso de los años la vanguardia le hubiera poseído. En efecto, sigue virgen en esos lares. Peinado con la raya en medio y una indumentaria sencilla pero conservadora, podría haberse arrancado con "Qué alegría cuando me dijeron…" sin que nadie se hubiera extrañado lo más mínimo. Pero prefirió hacerlo con Take the long way home, Take a little bit, Hide in your shell, Lovers in the wind, Easy does it o Rossie had everything planned, además de The Logical Song, momentos todos en que las piezas fueron colocándose en su sitio y el puzzle de la memoria reconstruyó el mito. Parecía que Supertramp estaba allí.

Acentuando su cercanía habló en castellano para animar a cantar y a recibir amor (sic) en un discurso musical al que se sumó Aaron MacDonald, saxofonista de siempre y fiel acompañante en esta gira. Luego vinieron más recuerdos emocionantes como Even in the quietest moments o Breakfast in America, Dreamer o It's raining again, tentadores revulsivos sobre esa región llamada "anterior cingulado" que permite en base a chispas ensamblar rápidamente las señales de la memoria desde diferentes sitios del cerebro y construir así complejos recuerdos que cada cual armó a su manera, pero todos con una sonrisa de extremo placer dibujada en la cara.

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