Crítica de Flamenco

Reunión cañí y festera

Un momento de la actuación, el pasado miércoles.

Un momento de la actuación, el pasado miércoles. / jordi vidal

El primer espectáculo flamenco de la programación convocada por el Festival de los Patios cordobeses, en la plaza de la Corredera, nos ofreció un plantel a base de artistas de la tierra, en gran parte de la familia Plantón, y otros artistas, los cuales el año anterior estando anunciados nos quedamos sin disfrutar dada la impertinencia meteorológica que metió la noche en agua. De modo que éste, con noche encapotada pero sin agua y brisa agradable del pasado miércoles, acudimos ufanos, sabiendo que estos gitanos cordobeses podrían recuperarnos de aquella frustración, con su buen hacer, para dejarnos después de la velada con el sabor que siempre auguran. Lo cual aconteció.

Pues la sola presencia de Niño Seve era una garantía, que no se precisaba como se denotó sobre la marcha en el encuentro con el cante clásico y festero de El Güeñi, El Cheri y de José del Calli que, tras la introducción del brillante guitarrista con bulerías de concierto, incluyó a continuación ya toda la velada con su acompañamiento al cante y baile, aportando variadas falsetas, hermosos trémolos, picados, vibrante pulgar, rasgueos y las posturas precisadas, como demostró con su depurada técnica y reluctante ejecución por tientos-tangos, por soleá jerezana, seguiriya de Paco la Luz, alegrías y copla por bulerías.

Para en el baile: de Alberto Parraguilla, cantiñas cordobesas y gaditanas, con el incipiente personaje menudo Manuel Plantón, por sevillanas (con su tía Dolores), y muchos retazos por bulerías para los que siempre estaba dispuesto. Con Edu Flores, su sobrino, en soleá y bulerías. Bailaores muy viriles que epataron con sus zapateados, escobillas y mudanzas, punta y tacón, redobles y vibrantes desplantes, innovador el primero y más clásico el otro, con genio, sobrios y la compostura que a ambos caracterizó.

Así hasta el fin de fiesta en donde todos los participante arriba señalados, aparte del cante, toque, pataíta y baile dando juego por tangos y bulerías, colorearon la velada con cuajado y artístico porte, que al público levantó, rubricando su satisfacción con apasionados aplausos.

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