LETRAS

Pablo García Baena (Imagen)

  • La poeta, amiga personal del escritor cordobés, le dedica un poema inédito

Pablo García Baena y Ángeles Mora

Pablo García Baena y Ángeles Mora / El Día

De Córdoba el pudor, el recato,

de Málaga, la luz insaciable,

el rumor compañero de las olas,

el sol, el fuego, la pasión rendida.

De Córdoba la niñez y las calles

angostas, timidez del que aprende

a solas soledad.

Pusiste tu mirada en la nostalgia

de un futuro vibrante de aromas y cenizas,

oh fuego que crecía en el vuelo de las horas.

Nunca llegó a secar la sal de Málaga

los labios del deseo:

brilló con sus mil caras, caracolas,

sellado nácar

entre las rocas donde amanecía.

Córdoba,

amantísimo arroyo de tus venas,

surgió siempre en tu boca,

dándote libertad sin aprenderla

por entre el bosque de la vida.

Ay, negra rosa,

nardos de espeso olor,

arena del arroyo, rubia arena

que arrastraron tus dedos.

Porque al fin

fuiste el niño escondido

a la vista de todos.

El niño que creció

en las aceras de la tarde,

entre lilas dormidas.

Cuando el aire te llenaba los ojos

hallaste en la amistad compañía secreta:

eran tiempos sombríos

de murallas y patios interiores.

Tiempos de luz dañada,

versos para saltar

los fuertes y fronteras.

Porque siempre supiste caminar

solitario, llevando

en los bolsillos

las estrellas heridas.

Turbio como el río.

Bajo el puente corriendo

el agua de tus ojos

en la primera juventud primera.

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