Cultura

Marsé reúne sus relatos en el volumen 'Colección particular'

  • "Casi todos los cuentos provienen de un encargo", señala el escritor sobre la obra publicada por Lumen

El escritor barcelonés Juan Marsé, que ha reunido en Colección particular los escasos cuentos que ha escrito en su trayectoria literaria, confesó ayer que su principal interés es "ser capaz de hacer creíble una historia que no es real". Con esta declaración, Marsé se aleja de la llamada literatura de la experiencia: "La autoficción no me interesa, ni en cine, cuando se dice basado en hechos reales, ni en literatura. De hecho, todo está inventado en el Quijote".

Marsé admitió la deuda que tiene con el cine en su literatura y su educación sentimental: "De alguna manera, el cine marca buena parte de la literatura del siglo XX, a veces de manera explícita y otras de manera implícita".

En tanto que cinéfilo, el autor de Si te dicen que caí o El embrujo de Shanghai cree que "el cine como lo concibieron los pioneros ha muerto en cuanto al lenguaje cinematográfico, pues hoy todo es tecnología y efectos especiales, que lo han convertido en un tebeo".

"No me considero un escritor mediático", confiesa Marsé, que nunca se ha sentido un escritor: "Sigo siendo un aprendiz, cada vez que me enfrento con un proyecto nuevo tengo la sensación de partir de cero, de que todo lo que he aprendido para el libro anterior no sirve para el nuevo, porque batallas siempre con lo mismo, con expresar mejor lo que quieres expresar".

A su juicio, "es inútil hablar de experiencia, como les debe pasar a los arquitectos, porque la experiencia no se ve por ninguna parte".

Tras confesar que es un "rematado gandul" y un perfeccionista, no tiene una explicación lógica de por qué se ha dedicado tan poco al cuento, si bien atisba una posible causa: "Casi todos los cuentos provienen de un encargo".

Noches de Bocaccio, que no ha sido incluido en Colección particular (Lumen), fue, comenta, una idea de Beatriz de Moura, para meter a todos los personajes de la gauche divine en un relato; Teniente bravo era inicialmente un chiste, una historieta que le pedían los amigos que contara, que se fue perfeccionando en su transmisión oral hasta que Vázquez Montalbán le pidió que lo escribiera.

Al margen de la "pereza inicial", Marsé ve en sí mismo cierta "desconfianza", porque siempre ha pensado que podía conseguir algo positivo si dejaba pasar el tiempo, algo que no lo veía en el relato.

Además, para alguien que ha trabajado siempre con la memoria, la extensión y la complejidad de la novela parece ser la salida más natural, el escenario ideal para "desarrollar ese mundo de la infancia de posguerra".

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