María Pagés regresa esta noche al Gran Teatro (22:00) para presentar Utopía, un montaje estrenado en 2011 en el Centro Niemeyer de Avilés y que constituye una declaración de principios con forma de baile flamenco que nació de la admiración de la artista por el arquitecto brasileño (1907-2012), que dejó como legado, más allá de la inconfundible sinuosidad de sus edificios, la integridad, el compromiso y la solidaridad que guiaron su vida, aspectos convertidos en inspiración y mensaje que transmitió a Pagés en su estudio de Copacabana. Utopía es una reflexión emocional sobre el anhelo, la imaginación y el instinto de los seres humanos para soñarse a sí mismos en un futuro mejor.

Un proyecto global en el que la sevillana y los bailaores de su compañía interpretan la experiencia ética y estética del deseo, el inconformismo y la utopía. El espacio escénico se nutre -como los dibujos abocetados de Niemeyer- de las curvas que siluetean la naturaleza. Decía el arquitecto: "No es la línea recta la que me atrae, dura, inflexible, creada por el hombre. La que me atrae es la curva libre y sensual. La curva que encuentro en las montañas de mi país, en la sinuosidad de sus ríos, en las olas del mar, en las nubes del cielo, en el cuerpo de mi mujer favorita. De curvas está hecho el universo, el universo curvo de Einstein".

Utopía, que cuenta con música original del guitarrista Rubén Lebaniegos y el cantautor brasileño Fred Martins, es, en su esencia, una danza poetizada que se estructura en ocho partes (o versos) que convocan poemas de Baudelaire, Benedetti, Neruda, Machado, Larbi El-Harti y el propio Niemeyer, incorporando además palabras del Quijote de Cervantes. Poemas sobre la solidaridad, el compromiso, el exilio, la fugacidad de la vida, la pequeñez de los hombres en un cosmos indiferente a sus miserias y grandezas y la necesidad de la imaginación y el idealismo como motores para el cambio.

Esta obra es el resultado de casi dos años de investigación; una búsqueda creativa jalonada con lecturas y visiones, referencias pictóricas, musicales, arquitectónicas y escultóricas.

"Las ideas siempre vienen por algo. Cada vez me preocupa más que mis bailes sirvan para algo más que para disfrutar. Bailar podría ser una suficiente razón, pero hay algo más", indicó Pagés en la presentación del montaje en Sevilla, en la que explicó que el origen de esta obra está en un encuentro que tuvo en 2008 con Natalio Grueso, primer director del Centro Niemeyer de Avilés, que le habló no ya de la obra inmortal del arquitecto brasileño sino de la "coherencia y humanismo" de este hombre centenario y sabio. Pero no fue hasta una mañana de enero de 2010 cuando, de paseo por la Gran Vía madrileña, la coreógrafa fue a refugiarse de una lluvia inesperada en el portal del edificio de Telefónica, que albergaba una exposición sobre la obra de Niemeyer. "La idea de la curva, del movimiento, sus dibujos en el aire... Veía sus obras y veía el baile", apuntó Pagés. El 25 de marzo estaba ya en el estudio de Niemeyer en Copacabana explicándole el proyecto. "Agradezco el día en que él apareció en mi vida. Descubrí la creatividad desde su punto de vista y la coincidencia de los procesos creativos entre la arquitectura y la danza", añadió la sevillana.

La jornada se completa con el concierto que el vocalista y guitarrista norteamericano Raúl Midón ofrecerá en el Teatro Góngora a partir de las 21:30. Cantante y compositor, Midón ofrecerá una actuación centrada en el soul y el jazz. Él es "una banda de un solo hombre que se vuelve una guitarra, una orquesta, y su voz en un coro", según The New York Times "Un aventurero ecléctico", en palabras de la revista People.

Midón ha colaborado con grandes músicos como Herbie Hancock y Stevie Wonder, además de contribuir a grabaciones de Jason Mraz, Queen Latifah y Snoop Dogg y la banda sonora de la película Ella me odia deSpike Lee. Nativo de Nuevo México, ciego desde su nacimiento, ha publicado ocho álbumes desde 1999.