Cosmopoética 2017. luis antonio de villena. escritor

"Internet es el gran negocio del sexo, no el de la cultura"

  • El poeta y narrador revisará mañana en una conferencia en el seminario de La Manzana Poética la figura de Ricardo Molina, que "padeció todas las penalidades de Cántico"

Luis Antonio de Villena.

Luis Antonio de Villena. / pepe villoslada

Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) abre mañana en la Facultad de Filosofía y Letras (10:30) el XIV Seminario de Poesía de La Manzana Poética, dedicado a Ricardo Molina con motivo de su centenario e incluido en el programa de Cosmopoética.

-¿Qué destaca de la figura y la obra de Ricardo Molina?

-Es uno de los fundadores, y según ellos mismos el principal, del grupo Cántico. El problema de Ricardo Molina fue que murió muy pronto, en enero del 68. Yo he conocido mucho a Cántico, los he conocido a todos, mucho a Pablo García Baena, muchísimo a Julio Aumente... Ricardo es el único al que no he conocido. Cuando murió, yo era un adolescente. Ricardo muere además en las horas bajas de Cántico, que estaba totalmente olvidado. No es que se hubiera quedado en un segundo plano: había desaparecido. No había ni un libro de Cántico en las librerías. Y muchos de los que habían conocido a Cántico 20 años atrás pensaban que era una cosa anticuada, que había fracasado porque era una antigualla. Fue la gente de mi generación, especialmente Guillermo Carnero y yo, la que lo rescató. Nos encargamos de decir que no solo no eran una antigualla sino que eran muy modernos y que habían hecho una apuesta estética en los años 40 y 50 muy importante para la poesía española. Fueron volviendo muy lentamente, salvo Ricardo, el único que no pudo volver. Por decirlo de algún modo, Ricardo Molina es el gran damnificado de Cántico. Yo quiero mucho a Pablo, pero es muy posible que si Ricardo hubiera vivido Pablo hubiese tenido algo menos de protagonismo. Parece que todos los integrantes de Cántico eran un poco diletantes de la literatura; escribían poesía por gusto pero tenían otras dedicaciones: Juan Bernier trabaja en el Ayuntamiento de Córdoba; Pablo, en tiendas de antigüedades como representante de géneros; Julio Aumente trabajaba en las antigüedades a un nivel mayor que el de Pablo y por eso se vino a Madrid; Mario López vivía en su pueblo, los otros eran pintores... El único que realmente quiso ser un escritor profesional, aparte de que fuera profesor de instituto y academias, a un nivel muy bajo, un poquito cutre, fue Ricardo. Es el que llevó todas las relaciones de Cántico. Cuando había que escribir a un poeta para pedirle una colaboración, lo hacía él. Era el factótum de Cántico, muchísimo más que los otros, que además eran más tímidos.

-Pero muere joven...

-Y en el momento de máximo bajón de Cántico. Ricardo ya no ve la resurrección de Cántico, que se produce unos siete años después de su muerte. Ese es el drama de Ricardo, un poeta que en vida pasó por ser un segundón, un poeta de segunda o tercera fila y que tuvo una vida difícil por el tema de la homosexualidad, que tuvo que ocultar como otros, por las dificultades económicas..., y encima murió en el olvido. Él publicó un libro meses antes de morir, con el que se presentó a un premio. El libro pasó totalmente inadvertido; desde luego no es de lo mejor de él. Ricardo Molina es el gran perdedor de Cántico, a pesar de haber sido, con Pablo, el gran promotor de la revista. Los dos la lanzan, más activamente Ricardo, que tenía un carácter más activo que Pablo, que es más contemplativo. Quiero hacer una reivindicación de Ricardo y de su buena poesía, aunque como escribió mucho tiene momentos más bajos. Cuando todos los del grupo dejaron de escribir, hacia finales de los 50, Ricardo continuó, si bien su obra final es probablemente lo más flojo que escribió. Las Elegías de Sandua y Elegía de Medina Azahara son de gran calidad y hay que poner a Ricardo Molina en su lugar, que es muy importante. El mejor Ricardo Molina puede estar a la altura de Pablo. Y hay que rescatar a un hombre que padeció todas las penalidades de Cántico, el olvido, la preterición..., y cuando el grupo emergió él no pudo verlo.

-¿Qué huellas o herencias de Cántico advierte en la poesía española actual?

-Si por actual entendemos a los jóvenes, hay que decir que la poesía joven actual es muy confusa. Porque no tienen referentes, o tienen tantos que se diluyen. La mayoría de los poetas menores de 35 están buscando y no saben muy bien lo que buscan, ya que lo hacen un tanto a ciegas. Buscan poetas muy disímiles, intentan buscar caminos nuevos que a mi entender no han encontrado todavía. La poesía española joven está en un momento muy confuso. Hay buenos y malos poetas pero todos están en una gran confusión. De 40 años hacia arriba sí hay una poesía con voz, que puede ser considerada de autor. Los poetas de Cántico ya son clásicos, porque salvo Pablo han muerto todos. Aparte de algunos poetas locales de Córdoba, ya mayores, que siempre mostraron influencia de Cántico, la huella del grupo hay que buscarla en los poetas de la generación del 70. Mi generación es la que pudo tener más conexiones con Cántico, con un Cántico vivo, con poetas a los que conocías y con los que hablabas. Yo he hecho prólogos para Julio Aumente de libros que acababa de terminar. Cuando escribía un poema me lo enseñaba. Esto marca un distinto nivel de influencia respecto a otros poetas de hoy que leen a los autores de Cántico como el que lee a Cernuda. La gente de mi generación conoció a un Cántico todavía en activo: eran contemporáneos y en muchos casos amigos, yo he salido mucho con Julio y Pablo... Hoy estos poetas ya tienen el estatus de clásicos.

-Hablemos de su último poemario, Imágenes en fuga de esplendor y tristeza (Visor), de gran densidad elegiaca...

-Menos en dos libros que tuvieron mucho éxito en su momento, Hymnica, del año 79, y Huir del invierno, por el que me dieron el Premio de la Crítica, libros de exaltación juvenil en los que hay un elemento de júbilo de vivir, yo he tenido más bien una poesía meditativa y elegiaca muy directamente emparentada con la vida y la cultura. Estos son los dos ingredientes, fusionados, de mi poesía. En Imágenes en fuga de esplendor y tristeza hay también vida y poesía, pero el elemento elegiaco con el paso del tiempo se puede hacer más acusado porque te va haciendo ver cómo todo cambia. El tiempo lo cambia todo, a veces lo destruye todo. Es, como dijo un monje en la Edad Media, el flagelo de Dios, como si Dios nos golpeara con un látigo terrible y vemos cómo todo muere, se cae, cambia, cómo los que se creían maravillosos muerden el polvo y los que estaban escondidos renacen. Esto da el tono elegiaco. Al mismo tiempo, es una elegía exaltadora, porque, como dijo alguien, el elegiaco es alguien que ama la vida, por lo que también hay un sentimiento de la plenitud vital.

-Hoy se escribe poesía directamente para Internet, y allí es leída...

-Yo creo que el movimiento este del tal Marwan y de otros que no sé cómo se llaman carece de interés. Es una poesía para el momento y absolutamente pobre. Yo creo que Internet tiene menos importancia de la que parece. Realmente los que leen por Internet hoy en día son una enorme minoría; no sé si cambiará con el tiempo. Al fenómeno Internet le queda mucho tiempo para que sea algo y para que se cimente. Hoy más bien es un espejismo: parece mucho pero si uno lo analiza es bastante menos de lo que parece. Uno tiene la sensación de que Internet se va a comer la cultura o la va a ensalzar, pero cuando se acerca se da cuenta de que hay muy poco. Internet sigue siendo el gran negocio del sexo, no el de la cultura. Internet es el negocio del sexo: la cultura en Internet es totalmente secundaria. Y también es secundaria para esos poetas malos que se dejan llevar por una fama efímera, faltos totalmente de calidad; antes publicaban en revistitas corrientes y ahora la revistita es Internet. Cumple el mismo papel que las revistas ocasionales que antes había en cada capital de provincia, en las que escribía alguien que podía tener interés y montones que no tenían interés.

-¿El mundo en que vivimos es cada vez menos humano?

-Es cada vez menos humano, en parte por culpa de Internet y también, por ejemplo, por el hecho de que llames a un sitio para requerir algo y te responda una voz enlatada. Esto robotiza un poco, y esta robotización, que ya predijeron algunos grandes visionarios como Orwell, que vio clarísimamente el espanto que se podía avecinar ahí y sobre todo la falta de humanidad y de humanismo, que no son la misma cosa, está llevando a una enorme falta de personalidad, aparte de la crisis general que hay. Los jóvenes sobre todo no buscan ser personales, se imitan unos a otros y van absolutamente idénticos. Si uno tiene unas zapatillas de tenis, el otro las quiere igual; si uno lleva un corte de pelo, el otro quiere exactamente el mismo. No quiere una variedad, no quiere un tono personal que lo distinga del de al lado: quiere ser parte del grupo, es totalmente gregario. La juventud parece un rebaño de ovejas, más o menos monas porque son jóvenes. Han perdido mucha personalidad porque hay un proceso de robotización que es malo para todo. Hay muy poco espíritu crítico y esto irá aumentando.

-¿Queda algún dandi en la literatura?

-No lo sé... Así, muy visible, no, pero también depende de la definición que se dé del dandismo. El dandi es un rebelde que además hace una puesta en escena de su propia persona como imagen de la rebeldía. Nunca hubo muchos. El dandi es lo contrario a lo gregario, aspira a salirse del rebaño, y hoy parece que todo el mundo quiere entrar en el rebaño. Como yo pertenezco ya a otro mundo y otro tiempo, porque soy mayor, esto lo veo mal, lo veo feo, una falta de personalidad muy hiriente y castrante para los chicos y las chicas, porque hoy ya no se puede distinguir, cuando hablamos de defectos nos referimos a hombres y mujeres por igual: si hay tontos, hay igual número de tontas; si hay listos, hay igual número de listas; si hay robots, lo son igual ellos que ellas. Yo ya no diferencio nada. Las mujeres jóvenes son igual que los hombres, tienen sus mismas virtudes y todos sus defectos, porque han copiado a los hombres. Un gran error del feminismo moderno ha sido copiar totalmente a los hombres. Ellas han hecho mucho por tener esos defectos porque han copiado a los hombres sin criba: han asumido sus defectos.

-¿Que le parecen festivales como Cosmopoética? ¿Para qué sirven?

-Fui una vez... Para mí, no voy al festival Cosmopoética, voy a otra cosa, una conferencia sobre Ricardo Molina. Ya hablé sobre él antes del verano en Puente Genil, en unas jornadas de homenaje. Fui hace algunos años a Cosmopoética y me parece bien, pero entiendo que estos festivales de poesía deben tener un poco de autocrítica, o bastante, y no invitar a cualquiera sino ir seleccionando. Si se dice que Fulano no viene porque ya ha venido, si por el hecho de que ya has puesto a los primeros de la fila tienes que terminar poniendo a los octavos..., esto puede ser un poco peligroso. Estos festivales deben tener una cierta autocrítica, incluso a lo mejor en algún momento deben terminar, echar el cierre y hacer otro, renovar el festival, no tenerlo como una cosa eterna. Pero no entro mucho en el tema porque, para mí, para mis conceptos, yo no voy a Córdoba a Cosmopoética: voy a un seminario sobre Ricardo Molina, y no iré a ninguna actividad de Cosmopoética.

-¿Que está escribiendo?

-Una novela y un libro de poemas nuevo, pero lo próximo que va a salir, a finales de octubre, es el segundo tomo de mis memorias en Pre-Textos, Dorados días de sol y noche, sobre los años de más plenitud.

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