Cultura

Gallén, Bream y Segovia

Julian Bream, el genial guitarrista británico, y Andrés Segovia, el inmortal guitarrista español, renovaron, bajo su influencia, gran parte del repertorio guitarrístico del siglo XX, recuperando obras del pasado y alentando la nueva creación para guitarra. De esta labor titánica sigue nutriéndose gran parte de los programas de concierto de la guitarrística contemporánea. Así se puso de manifiesto en el magistral recital de Ricardo Gallén, el joven (1972) y laureado guitarrista de Linares, que abrió el ciclo Los Clásicos del Festival de Córdoba.

Del repertorio segoviano, Gallén interpretó dos de las obras más significativas: la Partita de violín solo nº 2 -que se cierra con la famosa Chacona que Segovia interpretó con gran éxito en su concierto de París de 1935- y la Sonata III de Manuel María Ponce, el compositor mexicano gran amigo de Segovia. En ambas piezas Gallén demostró, una vez más, su técnica trascendental y su original personalidad en el enfoque interpretativo, algo que lo sitúa al margen de la tradición y, en mi opinión, lo convierte en uno de los nuevos referentes de la guitarra del siglo XXI. En él, todo es nuevo. Sus originales digitaciones, siempre subordinadas a un criterio musical macerado más allá de los confines de la guitarra; su pose hierática, elegante, haciendo parecer pasmosamente fáciles los pasajes más endiablados. En definitiva, haciendo música pura, sin apenas afectación guitarrística.

Pero lo mejor del concierto, quizás, fueron las piezas que interpretó del repertorio de Bream. Sabedor del homenaje que el festival tributa este año al guitarrista británico, Gallén nos regaló tres interpretaciones antológicas de otras tantas obras: la Sonatina de Berkeley, la Sonata de Brouwer y la que, a la postre, sería la obra más impactante del recital: las Cinco Bagatelas de Walton. En esta última Gallén enfatizó los aspectos orquestales de la partitura, explotando las posibilidades de dinámica y de agógica de la misma, hasta llevar al límite a su soberbia guitarra construida en Granada por Francisco Santiago Marín. El público, entusiasmado, hizo salir varias veces al joven concertista, que regaló fuera de programa dos bellos arreglos de piezas de Pat Metheny y Astor Piazzolla.

Gallén está llamado a ocupar un lugar privilegiado en la historia de la guitarra. El título de esta crítica no es casual. Segovia y Bream afirmaron su personalidad rompiendo algunos lazos con la tradición heredada. Gallén está en esa línea, aunque desde aquí le animamos a involucrase más con la música de su tiempo, como lo hicieron Segovia y Bream, animando a los grandes compositores a escribir para nuestro instrumento.

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