Juanjo Artero. Actor

"Si no hubiese sido Carlos en 'El comisario' sé que no habría crecido tanto como actor"

  • El artista cierra el Festival Internacional de Música, Teatro y Danza de Priego con la obra 'El hijo de la novia', una comedia que enseña a apreciar las cosas que deberían importar en la vida

Juanjo Artero (Madrid, 1965) lleva en el mundo del espectáculo desde pequeño, cuando encarnó a Javi en la mítica serie Verano azul. Después de muchos años delante de las cámaras e importantes trabajos en la pequeña y la gran pantalla como El comisario o No habrá paz para los malvados, llega al Festival Internacional de Música, Teatro y Danza de Priego para continuar con la gira de la obra teatral El hijo de la novia, dirigida por Gabi Losada y en la que comparte escenario con Tina Sainz, Álvaro de Luna, Sara Cozar y Mikel Laskurain. Será esta noche (22:00) en el Teatro Victoria.

-La obra habla sobre las cosas que de verdad importan en la vida. ¿Qué es lo que le importa a su personaje, Rafael?

-Rafael sufre durante la obra una transformación que le lleva a darse cuenta de las cosas que realmente dan sentido a la vida, que a veces se nos olvidan por el trabajo o el estrés. Los guionistas originales dijeron que nunca querían hablar de la crisis económica pero sin querer lo hicieron, ya que la obra refleja lo que le está pasando a mucha gente cuando ve que su negocio se va a pique. Rafael olvida el relacionarse con su familia y, sumado al estrés, padece un infarto a mitad de la representación, lo que hace plantearse de otra manera su forma de vivir. Aprende a apreciar y a disfrutar de los momentos que le regala el día a día. El hijo de la novia es una obra de teatro que consigue llegar a los espectadores porque es fácil ponerse en el lugar de los actores: todos hemos sido hijos, padres o abuelos, en definitiva, lo que es la cadena de la vida.

-Y a usted, ¿qué le interesa en el día a día?

-Muchas cosas, la verdad. Supongo que como todo el mundo tengo preguntas existenciales desde niño, pero sobre todo me preocupa la salud de mi familia. También la falta de trabajo, intentar mantener a mis amigos cerca y estar cuando me necesiten. Yo creo que eso es lo más importante. Luego hay preocupaciones más cotidianas como tener tiempo para leer un buen libro, pasear por la montaña y sentir la naturaleza o la situación de mi país. Además, hay que saber aceptar los defectos de cada uno e intentar mejorar lo malo que hay a nuestro alrededor.

-¿Qué le llevó a aceptar este papel?

-Es un papel que tiene todos los registros y tiene un ritmo impresionante. Es una obra que habla de la vida y algo de lo que todo el mundo entendemos, la necesidad de cuidar las relaciones para evitar que caigan en el olvido. Es una comedia preciosa y me encantó la película, por lo que no pude rechazarlo. Este papel fue un regalo.

-Ha trabajado en el cine, el teatro y la televisión. ¿Cuál es su formato favorito?

-Como actor, el teatro es lo que más me gusta. Lo que te da el calor del público no se consigue en ninguno de los otros sectores. Aunque depende, porque hacer un buen papel en una serie o película también tiene mucha emoción, sobre todo por la inseguridad de si va a gustar o la gente va a querer pagar una entrada para verla.

-¿Qué recuerdos tiene de su etapa en Verano azul?

-De los mejores que recuerdo. Ahora vengo de estrenar un monólogo en Nerja, ciudad en la que se grabó la serie, y me venían todo el rato recuerdos a la cabeza. Fue en mi etapa de la adolescencia cuando se rodó y estuve rodeado de un equipo de personas maravillosas. Empezar una carrera así es muy bonito.

-¿Después de la serie fue cuando decidió dedicarse a la interpretación o era algo que quería desde niño?

-Yo sabía que quería ser actor desde pequeño pero con la serie lo vi muy claro. De hecho, desde el colegio estuve metido en clases de interpretación. Es una decisión complicada porque ser famoso desde tan pequeño es muy peligroso, pero siempre he estado aconsejado por mis padres y mis maestros. Cuando mi padre ha venido a verme a los teatros siempre me ha dicho que era esto a lo que tenía que dedicarme y me enorgullece.

-En El comisario estuvo diez años de su carrera. ¿Es complicado trabajar todos los días en el mismo personaje?

-No, al revés. Si aprovechas los años y los guiones te van sorprendiendo, conoces tanto al personajes que con solo leer el guion ya tienes lo que se conoce como circunstancias imaginarias. Yo tenía recuerdos en cada rincón de la comisaría y me permitía saber qué hacer en cada momento con mi personaje. Yo aprendí mucho en esos diez años y sé que si no hubiese sido Carlos en El comisario no habría crecido tanto como actor. Era una serie muy buena y, con tiempo y un buen equipo, es posible crecer en el desarrollo de una serie tan longeva como esta.

-¿Qué sintió al estar nominado a un Goya por No habrá paz para los malvados?

-Yo sentí una alegría muy grande. Fue una sorpresa porque no lo esperaba. Recuerdo que estaba escuchando en la radio las nominaciones y cuando dijeron mi nombre para mejor actor de reparto me pareció increíble. También hay que ser consciente de que influye mucho la suerte porque tienes que estar en la película y en el momento apropiados. No puedes creerte que tú eres de los cuatro mejores actores secundarios del año porque hay actores que seguro que han hecho un trabajo igual o mejor que el tuyo, pero su película en conjunto no era tan buena.

-¿Cómo ve el panorama actual de la industria cinematográfica y televisiva?

-Muy mal, está como todo, fatal. Hay una Ley de Mecenazgo prometida por los políticos y que nunca llega. Lo único bueno que se puede sacar de esta situación es que es todo mejorable. Se podría decir que, ahora mismo, la situación está abandonada de la mano de Dios.

-¿Tiene algún proyecto preparado para el futuro?

-Ahora mismo acabo de estrenar un monólogo llamado El milagro de la tierra y voy a estar inmerso en funciones tanto con El hijo de la novia como con el monólogo. Y, a partir de otoño, empiezo con una nueva serie de televisión.

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