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El periodista que lanzó sus zapatos a Bush se convierte en centro de atención en Iraq

  • Cien abogados se ofrecen a defenderlo mientras decenas de personas piden la liberación del reportero, que sigue detenido, en Basora, Nayaf y Ciudad Sadr

Muntazer al Zaidi, el periodista chií que el pasado domingo insultó y lanzó sus zapatos contra el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, cuando ofrecía una rueda de prensa con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, se ha convertido en el centro de atención en el país árabe. 

El reportero de la televisión independiente Al Baghdadiya, que llamó "perro" a Bush y le lanzó sus zapatos, dos de las peores ofensas que puede cometer un musulmán, no era muy conocido en Iraq, tan sólo su nombre apareció en titulares cuando fue secuestrado por hombres desconocidos en 2007. 

Al Zaidi continua detenido acusado de "acto barbárico". La cadena de televisión Al Baghdadiya ya ha solicitado su puesta en libertad y decenas de personas salieron a la calle esta mañana en el barrio bagdadí de Ciudad Sadr, así como en las ciudades de Basora y Nayaf, todas ellas de mayoría chií. En Nayaf algunas personas lanzaron sus zapatos contra un convoy estadounidense. 

Asimismo, al menos cien abogados árabes han mostrado su disposición a defender al periodista, según el letrado Jalil al Duleimi, antiguo jefe del equipo de defensa del difunto presidente iraquí Sadam Husein, ejecutado el 30 de diciembre de 2006. 

"Este héroe debe tener un juicio justo, y ya más de cien abogados árabes se han presentado como voluntarios para defenderlo", dijo Al Duleimi. 

"El acto de Muntazer llena los corazones de los iraquíes de orgullo", declaró el hermano del periodista, al tiempo que exigió su liberación. "Estoy seguro de que muchos iraquíes quieren hacer lo que hizo Muntazer. Muntazer solía decir que todos los huérfanos cuyos padres murieron lo son por culpa de Bush", afirmó. 

Durante la rueda de prensa de Bush y Al Maliki el domingo por la tarde, Al Zaidi le gritó al presidente norteamericano: "Éste es el beso de despedida del pueblo iraquí, perro". Entonces, el reportero lanzó un zapato a Bush, obligando a éste a agacharse, seguido de otro, que rozó la cabeza del mandatario. 

Lanzar los zapatos a alguien es el peor insulto que puede haber en el mundo árabe. Al Zaidi fue sacado a rastras gritando y forcejeando de la sala de prensa por guardias de seguridad. Sus gritos e insultos pudieron oírse incluso cuando la conferencia continuó cuando se calmó el tumulto que provocaron los actos del periodista.

"Acto barbárico e ignominioso" 

El Gobierno iraquí señaló que Al Zaidi llevó a cabo "un acto barbárico e ignominioso" que no corresponde con el papel de los medios de comunicación. "Intentó atentar contra la visita del presidente", indicó el Consejo de Ministros en un comunicado. 

"Al mismo tiempo que condenamos este acto ignominioso, pedimos a la cadena de televisión de este reportero que emita una disculpa pública por este acto que mancilla la reputación de todos los periodistas y todos los medios iraquíes", añadió el Gobierno. 

Sin embargo, la televisión Al Baghdadiya solicitó la inmediata puesta en libertad de Al Zaidi "de acuerdo con la era democrática y la libertad de expresión que las autoridades prometieron a los iraquíes", a lo que añadió que cualquier medida severa que se tome contra el periodista recordará a la "era dictatorial" contra la que Washington invadió Iraq. 

Al Zaidi, de casi 30 años, pasó más de dos días con los ojos vendados y casi sin comer ni beber después de que hombres armados le metieran en un coche cuando se dirigía a trabajar en noviembre de 2007. Según su relato, los secuestradores le golpearon hasta que perdió la consciencia y usaron su corbata para vendarle los ojos y le ataron las manos con los cordones de sus zapatos. El reportero asegura que nunca supo la identidad de sus captores, que le preguntaron sobre su trabajo pero no pidieron ningún rescate. 

Los compañeros de Al Zaidi dicen que estaba muy resentido con Bush, al que culpaba del baño de sangre ocurrido en Iraq desde la invasión de 2003. Mientras, un pequeño grupo de simpatizantes del clérigo radical chií Muqtada al Sadr salió a la calle en Basora, Nayaf y el distrito bagdadí de Ciudad Sadr para pedir la liberación del periodista. 

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