La encrucijada iraquí La violencia disminuye pero siguen habiendo grandes diferencias en la política

Un obstáculo en el camino

  • El estatus de la ciudad petrolera de Kirkuk, de mayoría kurda pero con minorías chiíes y turkmenas, impide la asunción de una nueva ley electoral en el país

Las multitudes pueblan los parques y plazas de Bagdad, la capital de Iraq, durante los fines de semana. Para las familias con hijos se trata de una posibilidad de olvidar por un rato los problemas cotidianos. Hasta hace un año, era algo impensable debido al riesgo de secuestro o a que estallara una bomba.

Pero durante los pasados doce meses el número de atentados y víctimas civiles se redujo considerablemente. Varios motivos lo explican: Estados Unidos incrementó notablemente su número de efectivos militares en el país y muchas tribus suníes se distanciaron de los guerrilleros que simpatizan con Al Qaeda.

A ello hay que agregar la llamada "limpieza confesional" en diversas regiones del país. En Bagdad especialmente, los suníes y los chiíes están bastante divididos. No es infrecuente que sus respectivos barrios estén aislados por altos muros levantados por las fuerzas de seguridad estadounidenses para proteger a sus moradores.

Estas medidas adicionales de seguridad se tambalean porque el proceso político de compensaciones entre los grupos étnicos y confesionales sigue empantanado. El miércoles, el Parlamento iraquí fracasó en su intento por sancionar una nueva ley electoral.

La idea era incorporar a la vida política a todos los dirigentes de las 18 provincias de Iraq que quedaron excluidos de participar en los últimos comicios electorales, hace tres años, porque boicotearon las elecciones o se identificaban con la violencia como recurso político.

El asunto volverá a ser tratado el 9 de septiembre venidero, una vez finalizado el receso estival parlamentario. En opinión de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Iraq (Unami), que colabora en la preparación y el desarrollo de elecciones en el país, quizá sea ya demasiado tarde para que los comicios puedan desarrollarse en los plazos inicialmente previstos. Lynn Pascoe, subsecretario de las Naciones Unidas para asuntos políticos, habló de un "fuerte retroceso".

Manzana de la discordia durante las dos semanas de debates parlamentarios fue la provincia de Kirkuk, sumamente rica en recursos petrolíferos. Allí constituyen mayoría los kurdos, sobre todo desde que han regresado cientos de miles tras un exilio forzado impulsado por el ex dictador Sadam Husein.

Los kurdos buscan integrar la provincia a la ya existente región autonómica kurda en el norte del Iraq. La mayoría de los árabes suníes y turkmenos se oponen tenazmente a este proyecto. El proyecto constitucional de impulsar un referéndum para dilucidar el futuro de Kirkuk está aplazado por tiempo indeterminado. Una mayoría kurda en el consejo provincial de Kirkuk podría impulsar las ambiciones kurdas.

Pese a todo, el miércoles se estuvo muy cerca de alcanzar una solución en el Parlamento. Los chiíes y los kurdos mostraron su disposición a aceptar una propuesta de compromiso redactada por el representante de la ONU en Iraq, Staffan de Mistura, que preveía la exclusión temporal de la cuestión de Kirkuk y la adopción de una ley electoral para las 17 provincias restantes. Pero los suníes se opusieron a la iniciativa, ante lo cual la mayoritaria parlamentaria chií declaró querer sólo una ley aceptada por todos.

"Fueron nuevas tácticas políticas", criticó el diputado Wael Abdel Latif, un chií de la Lista Nacional que no profesa ninguna confesión religiosa. En realidad, añadió, ni los partidos suníes ni los chiíes desean nuevas elecciones. La aparición de nuevos actores en el escenario político puede reducir la influencia de los partidos ya existentes.

"Lo único que ayudará a reducir la frustración de los iraquíes será que se presenten nuevos candidatos, capaces de cumplir con sus promesas electorales", señala Abdel Latif.

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