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La dimisión del primer ministro acentúa la crisis del Gobierno belga

  • Leterme asegura que es incapaz de superar las diferencias "irreconciliables" entre las dos comunidades principales del país, flamencos y francófonos

Bélgica se encuentra de nuevo hundida en la crisis política tras la dimisión del primer ministro, el democristiano flamenco Yves Leterme, que ha sido incapaz de superar las diferencias "irreconciliables", según sus propias palabras, entre las dos comunidades principales del país, flamencos y francófonos.

La dimisión de Leterme, que no ha sido ni aceptada ni rechazada todavía por el rey Alberto, deja a Bélgica en el bloqueo más total, apenas cuatro meses después de que el líder flamenco lograra formar a duras penas un Gobierno de gran coalición.

Los partidos flamencos, y en primer lugar la formación del primer ministro, el CD&V, habían condicionado la supervivencia del Gobierno federal a la conclusión, antes del 15 de julio, de un acuerdo sobre una nueva descentralización del Estado, incluida la escisión del distrito electoral y judicial de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV).

En estos cuatro meses, Leterme había conseguido que los cinco socios de la coalición (democristianos y liberales flamencos y francófonos, y socialistas francófonos) se pusieran de acuerdo sobre el presupuesto y un paquete socioeconómico plurianual, pero no había conseguido avanzar en el terreno institucional.

Casi sin tiempo, el primer ministro intentó una maniobra arriesgada: vincular a los presidentes de los ejecutivos regionales en las negociaciones para la reforma del Estado que estaban siendo protagonizadas exclusivamente por los dirigentes de los principales partidos.

El objetivo era plantear una negociación "de comunidad a comunidad" como piden los flamencos, ganar tiempo como desean los francófonos, pero al mismo tiempo obligar a su principal rival en el campo flamenco, el también democristiano Kris Peeters, presidente del gobierno de Flandes, a "mojarse" en la búsqueda de un compromiso nacional con los francófonos.

Cuando quedó claro que el CD&V no secundaba la idea, Leterme propuso al Rey la dimisión de todo el Gobierno.

El Palacio Real informó ayer de que el rey Alberto había decidido dejar "en suspenso" la dimisión del primer ministro y había abierto una serie de consultas que puede durar días.

El Rey puede rechazar la dimisión de Leterme y pedirle que prolongue su mandato hasta junio de 2009 al frente de un Gobierno encargado sólo de hacer frente a la crisis económica.

Con un 5% de inflación y un crecimiento en caída libre, el país se prepara para un otoño social y económico muy difícil.

La opción privilegiada por los comentaristas es la anticipación de las elecciones a 2009, haciéndolas coincidir con las regionales y las europeas.

Pero, según algunos medios de comunicación, es poco probable que Leterme acepte seguir al frente de un Gobierno disminuido.

Si el rey acepta la dimisión, podría designar a otra personalidad política para formar un nuevo gobierno, o puede, finalmente, permitir la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones anticipadas en el otoño.

La falta de avances en la disputa en torno a Bruselas ha sido decisiva una vez más.

La escisión del distrito electoral Bruselas-Halle-Vilvoorde enfrenta desde hace más de 40 años a las dos mayores comunidades del país y se convirtió en junio de 2007 en una apuesta electoral para el partido de Leterme.

Leterme ganó las elecciones para el CD&V después de 8 años en la oposición, merced a una coalición con los nacionalistas de la NV-A, que exigían a toda costa la escisión del distrito. El distrito BHV engloba a la capital del país y a 35 municipios de mayoría francófona de la periferia que están enclavados en Flandes, donde la única lengua oficial es el neerlandés.

Mientras en Flandes sólo se puede votar a listas flamencas y en Valonia a francófonas, los residentes de BHV pueden optar entre ambas, algo que los flamencos consideran una discriminación para otras zonas del país, por lo que exigen la escisión de este distrito, en el que viven muchos francófonos.

Los valones piden a cambio compensaciones en el acuerdo general, como ampliar el territorio de Bruselas -la tercera región autónoma del país, de estatuto bilingüe pero mayoritariamente francófona- o contar con un corredor que comunique Valonia con la capital, pero cualquier opción que implique ceder territorio a Valonia resulta inaceptable para los flamencos.

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