Argentina La economía está dando las primeras señales de enfriamiento

Fernández dilapida su crédito

  • La influencia de su esposo, la crisis agraria y el malhumor social marcan los primeros 6 meses en el poder de la dirigente argentina

La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner cumplió el pasado martes seis meses de un Gobierno marcado a fuego por la influencia de su esposo, el ex mandatario Néstor Kirchner, la crisis con el sector agrario y el malhumor social. Fernández de Kirchner dilapidó en meses parte del capital político que había ganado en las elecciones de octubre, sin poder dotar a su gestión de los aires de renovación que acompañan a cada nuevo Gobierno.

La dirigente peronista quedó atrapada en las redes de la sucesión matrimonial del poder, un hecho sin precedentes mundiales, y no le pudo dar aún un carácter personal a su mandato que la diferencie de su esposo, quien marca desde la alcoba presidencial y ahora también desde la presidencia del oficialista Partido Justicialista (PJ, peronista) el día a día del Gobierno.

La segunda mitad de sus seis meses estuvo bajo el signo de la crisis con el sector rural, desencadenada por la decisión de subir los impuestos a las exportaciones agrícolas para aprovechar el alza de las cotizaciones internacionales y contar así con una mayor financiación para el alto gasto público.

Errores en el manejo del conflicto llevaron a una prolongación de la crisis y el aumento del enojo en las regiones agropecuarias, donde las cadenas de pago comenzaron a frenarse y la desaceleración del auge rural ya es palpable.

La masiva adhesión de la protesta rural en todo el país le plantó además al kirchnerismo una oposición que no había registrado en los últimos años, acostumbrado a una gestión personalista, sin interlocutores y financiada por una generosa chequera abastecida por el superávit que permitieron más de cinco años de crecimiento a tasas promedio de un 8%.

El 10 de diciembre de 2007, Cristina Kirchner recibió de su esposo una economía en franco crecimiento, con bajo nivel de desempleo, superávit fiscal y comercial y nutridas reservas de divisas.

Pero también con señales de advertencia por el constante aumento de la inflación y la fijación de precios máximos, una crisis energética tapada con multimillonarios subsidios y sin estadísticas económicas fiables, además de un complejo escenario internacional.

La presidenta no pudo aún dar solución a estos temas y el escenario cambió notablemente aunque continúa la expansión económica y las variables de recaudación y de la balanza comercial siguen estando del lado positivo.

La economía está dando las primeras señales de enfriamiento. El consumo se planchó en los últimos meses por la caída del salario real frente al alza de la inflación, se encareció el crédito por el alza de las tasas de interés y se aceleró la fuga de capitales.

La pobreza comenzó a crecer después de haber alcanzado sus niveles más bajos tras la crisis de 2001 y 2002, según señalan los estudios privados que contradicen las estadísticas oficiales. Cayó además el índice de confianza del consumidor y varias encuestas privadas muestran un retroceso en la imagen positiva de la presidenta en los ciudadanos.

El Congreso se encuentra sumido en un letargo oficialista, mientras una oposición disgregada intenta rearmarse.

El peronismo también se enfrenta a un escenario complejo con fracturas internas después de que la crisis del agro llevó a varios de sus referentes a alejarse de la conducción de Néstor Kirchner.

En el plano internacional, Cristina Fernández de Kirchner no logró todavía remontar el alicaído perfil que le legó su esposo.

Inauguró su Gobierno con una crisis con Estados Unidos por el caso de la valija del venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson, tuvo roces con España por la política de "argentinización" de las compañías con capitales ibéricos, mientras ejerce la presidencia del Mercosur sin pena ni gloria ante el liderazgo real de Brasil. La relación con Venezuela sigue siendo en cambio estrecha, con Hugo Chávez convertido en salvavidas en situaciones de ahogo financiero o energético.

La promesa de concretar una justa distribución de la riqueza, bandera enarbolada una y otra vez durante el conflicto con el agro para justificar el aumento de los impuestos, es en tanto una de las materias pendientes ante la ausencia de una reforma tributaria para reasignar el peso impositivo sobre la población.

Los analistas coinciden no obstante en que las señales de crisis no son determinantes para el país argentino. Mujer de carácter y presencia, de palabras contundentes y un discurso poderoso, aunque desde que asumió no brindó ninguna conferencia de prensa, Cristina Fernández de Kirchner, la primera presidenta argentina elegida en las urnas, tiene en sus manos la posibilidad de dar un golpe de timón que cambie el rumbo.

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