flamenco

Al ayer desde hoy

  • El cordobés de Fernán Núñez Bernardo Miranda presenta su primer disco, producido por Manuel de la Luz

La cartagenera de Chacón se presenta con una serenidad y un empaque soberbios. El legado, el cante y el toque de hace 140 años, esta afinado, estilizado sobre una pieza que en sí ya es una estilización profunda de los cantes populares bailables de Murcia, irreconocibles en la voz de Chacón. Una melodía tan lírica como categórica, tan sutil como contundente, que Bernardo Miranda (Fernán Núñez, Córdoba, 1988) hace con solvencia, conocimiento y facultades, asumiendo toda la carga que acarrea este cante en su siglo y medio de historia. Miranda tiene una voz fresca, entregada y enjundiosa muy adecuada a los cantes graves, como las seguiriyas o las tonás. En el primer caso ha compuesto un cante muy rítmico, en la onda vallejista, que tan popular resulta hoy. Hay un homenaje a Fosforito en el decir la letra y las formas del maestro de Puente Genil. También un guiño a Mairena, el gran configurador de la seguiriya contemporánea, el hombre que más cantes por seguiriyas registró. El cambio de Juanichi el Manijero está dicho a capela, a voz en grito, rota pero no descompuesta, completamente entregada. Un estado de ánimo que se repite en la toná, como se repiten en este cante los homenajes a Fosforito y Mairena. Por fandangos son El Carbonerillo y Pepe Marchena los recordados: unos cantes naturales plenos de energía y coraje.

Por sevillanas canta unas composiciones de Isidro Muñoz con los teclados y arreglos de Jesús Cayuela y las palmas de Los Mellis. Los tangos que dan título al disco son una declaración de intenciones: de los tientos gaditanos hasta los cantes extremeños pasando por los riquísimos y desconocidos tangos de Linares o de La Carlotica que presentó en los años 70 el gran Gabriel Moreno. Miranda se acuerda también de Juan Varea y canta la zambra de Moles, Alfonso y Naranjo Cuando empezaba a querer, un tema que aquí convierte Miranda en una bulería. En la segunda entrega festera del disco se acuerda el cantaor de Camarón, El Torta y, desde luego, Morente con esa letra icónica de Luis Rius. Completan el disco unas cantiñas que aúnan romeras, juguetillos y alegrías gaditanas con un nuevo homenaje a Morente.

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