jazz

El arte de la dialéctica

  • El contrabajista Mario Pavone publica un álbum junto a dos pujantes valores del jazz contemporáneo

El  contrabajista Mario Pavone.

El contrabajista Mario Pavone.

Pese a su larga y fecunda trayectoria discográfica, el nombre de Mario Pavone (Waterbury, Connecticut, 1940) continúa siendo un secreto bien guardado para un importante sector de aficionados al jazz. Componente de relevantes tríos como los de Paul Bley, Bill Dixon y el gran y desaparecido Thomas Chapin -a quien evocó en el notable Remembering Thomas (1999)-, el contrabajista estadounidense también estuvo implicado en proyectos junto a pesos pesados como Anthony Braxton o Wadada Leo Smith. Por si faltara algo, su discografía como líder, iniciada en 1979, puede presumir de un excelente nivel adscrito a sellos como Knitting Factory y, sobre todo, Playscape Recordings, etiqueta con la que sigue grabando desde 1999.

Su longevidad profesional siempre ha encontrado paralelismo en un compromiso que lo ha ligado al jazz abierto y heterodoxo, trazando un lúcido enlace entre el legado post-bop y ámbitos más libres y disconformes. Y así quedó demostrado en trabajos de la altura de Totem Blues (2001), Boom (2004) o el aclamado Deez To Blues (2006) a modo de evidencias de que el tiempo no erosionaba su creatividad sino que la estimulaba. En Chrome, Pavone recupera al trío que tan buenos resultados deparara en Blue Dialect (2015) y aplica una nueva vuelta de tuerca a sus razonamientos de la mano de una decena de temas propios -dedicatoria a Jim Jarmusch incluida en The Lizards- a las que puntualmente se añaden contribuciones de sus dos acompañantes -en el explícito guiño a Paul Bley- o arreglos de Dave Ballou, Steven Bernstein y Michael Musillami.

Con estos mimbres, la música destila permeable pero estructurada, armonizando espacios de cohesión y sincronía con otros donde la abstracción intercala sus normas. Y en tan sugerente balance tienen mucho que decir tanto la clarividencia de Matt Mitchell como la imaginativa polirritmia de Tyshawn Sorey. Dos piezas de peso con sendas propias que conectan al veterano Pavone a un espacio contemporáneo que también le pertenece.

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