Azota el viento las copas desmelenadas de las palmeras, las duras fachadas de los edificios y los varales de los toldos de las azoteas que cimbrean como si los estuvieran desguazando. Se cuela por las rendijas de los muros, entre las ventanas mal selladas, abatiendo cuanto se encuentra a su paso en las largas avenidas que dan al mar. A lo lejos se oyen sirenas de policía, o quizás coches de bomberos alarmados por alguna urgencia. Quién sabe si acaso alguna ambulancia. No soy capaz de adivinarlo desde donde miro.

La vecina de abajo me confirma que el viento no le sienta bien a su delicada cabeza, y que, en días como este, es preferible quedarse encerrada en casa.

No le presto mucha atención porque no dejo de darle vueltas al hecho de que al Juzgado de lo Mercantil le toca hacer alarde de nuevo, y eso es preocupante, porque ya son demasiadas veces.

Recuerdo aquellas palabras de mi miope profesor de filosofía, al que tanto me costaba entender porque hablaba plano, con la barbilla dejada caer sobre los nudillos entrelazados y los codos apoyados encima de la mesa. Ni una inflexión de voz, ni una palabra más alta que otra… Solo verdades universales como puños. Nos explicaba que el Derecho se configura como un instrumento de paz, una herramienta de la que se sirve el Estado para permitir el normal desarrollo de las inquietudes de cada uno, haciéndolas compatibles con las que legítimamente asisten también al resto de vecinos. Y es así. El Juzgado de lo Mercantil cuenta con competencia, exclusiva y excluyente, en toda la provincia, sobre un importante número de materias que afectan a nuestro tejido empresarial: legalidad de acuerdos sociales, responsabilidades, relaciones entre socios, concurso de acreedores… Y no paran de decirnos que sobre las espaldas de las empresas pesa la obligación de soportar la recuperación del empleo perdido tras la larga depresión de principio de siglo. Todos sabemos lo que importa este Juzgado para el futuro de la provincia, y me consuelan chivándome que se está peleando por la creación de un nuevo Juzgado de lo Mercantil, pero yo que conozco bien la oficina judicial, a los funcionarios que la tienen en perfecto estado de revisión, me pregunto si no sería más lógico, más realista y menos costoso, reforzar lo que ya tenemos con otro Magistrado más, que armar la bronca para crear desde la nada otro nuevo juzgado. Pero predico en el desierto.

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