Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Navidad gaditana

La función terminaba con una pareja de bailarines que danzaban al compás de un vals clásico

Leo en Diario de Cádiz que el Museo ha estrenado una sala para exponer los títeres de la Tía Nórica. Estos se exponen restaurados y no solo los títeres, sino toda la decoración, mobiliario y complementos, cuyo importe de 67.000 euros han sido costeados con fondos del museo y de los FEDER. En la inauguración de la sala, el Consejero de Cultura de la Junta dijo que estas joyas del patrimonio andaluz tienen un enorme valor sentimental para Cádiz. Los gaditanos que éramos niños en los años 40 del siglo pasado y que asistíamos a la Feria del Frío y a las funciones de la Tía Norica, que tenían lugar en un modesto barracón de madera que se instalaba en la Plaza, que en Cádiz era por antonomasia la del mercado y ninguna otra, ni siquiera la del Ayuntamiento o la de Armas de San Antonio, estamos totalmente de acuerdo con la apreciación del Consejero.

Esta afición de los gaditanos a estos títeres, más que a otros que también se instalaron años después (por ejemplo: Chicolín, en Canalejas, frente al Fenix) y que no consiguieron igualar su éxito, pese a su indudable calidad artística, yo lo atribuyo a que la Tía Norica y, sobre todo su nieto Batillo, rememoraban a dos personajes gaditanos que se podían encontrar, de carne y hueso, en la Viña o en el barrio de Santa María. El pillete Batillo, deslenguado y faltón (¡abuela, abuela, ojala te mueras!) en contraposición a la senequista, por sentenciosa, de su abuela la Tía Norica, no eran sino el modelo, muchas veces repetido, de personajes locales. No faltaban tampoco en las representaciones, cosas que aquí gustaban, como el Vapor de El Puerto de Santa María o los lances taurinos de los que la abuela salía corneada. Para restablecer el buen comportamiento del público infantil, la función terminaba con una pareja de bailarines que danzaban al compás de un vals clásico y así se calmaban con la música suave los nervios de la chiquillería, excitada por los lances de la función. Ya la representación de los títeres no se realiza en la Plaza, sino muy cerca de allí, donde estuvo el Teatro Cómico, que era también un lugar preferente para que los niños y menos niños acompañaran con sus pateos las galopadas de los vaqueros de las películas del oeste o con sus silbidos, las escenas amorosas, sin temor a ser recriminados, ni menos expulsados, por los acomodadores.

La Navidad gaditana de aquellos años celebraba el nacimiento del Niño Dios con alegría, aunque el turrón escaseara y lo único dulce eran los pestiños, servidos en un lebrillo y para los mayores, además, la copita de anís.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios