Hemos conocido que hace dos semanas, medio centenar de inmigrantes subsaharianos llegaron a la Estación de Autobuses de Granada después de una larga travesía en patera hasta la costa granadina y se denuncia en los medios de comunicación que estaban abandonados a su suerte, desubicados y sin ningún sitio donde ir.

Este suceso pone en evidencia de nuevo que la política del Gobierno de Rajoy sobre la inmigración se caracteriza por un desprecio absoluto hacia a un colectivo tan vulnerable.

Las políticas de cooperación al desarrollo junto a las acciones humanitarias de acogida a los inmigrantes que llegan a España u otros países de la Unión Europea han sufrido un importante recorte presupuestario y una marcha atrás evidente desde que, en el año 2012, el PP llegó al Gobierno de España.

Rajoy ha mantenido una actitud injustificable ante el fenómeno y los problemas de la inmigración cuyas consecuencias se refieren a la frecuente falta de respeto a los derechos humanos por parte de nuestras autoridades y las de la UE.

Y la política de recortes presupuestarios en materia de cooperación ha contribuido a hacer de España un país que no atiende el fenómeno con la altura de miras y la solidaridad que si caracteriza a la sociedad española.

Además, a pesar de la propaganda gubernamental, el fenómeno de la llegada de pateras es incluso mayor que en aquellos tiempos en los que, desde la oposición, Rajoy acusaba a Rodríguez Zapatero de desarrollar una política migratoria que suponía un "efecto llamada" para los inmigrantes.

Y es que los motivos y las razones que obligan a las personas a inmigrar (muchas veces familias enteras) no son otras que la pobreza, la miseria, las guerras o la falta de respeto a los derechos humanos en los países de origen. Y España, que ha vivido tiempos de emigración, debería ser activamente comprensiva ante el fenómeno de la inmigración. Urge un cambio de política: más solidaridad, más cooperación y más integración se hacen imprescindibles.