Septiembre nos saluda con 46.000 parados más y 149 mil puestos de trabajo volatizados, desde 2008 no se destruía tanto empleo. No voy a negar que los datos macro señalan que la crisis entra en suspenso, pero nadie puede afirmar que esta recuperación sea igual para todos. En Jerez el éxito recala con 200 parados más acercándonos, de nuevo, a los 28.000 desempleados. En Andalucía un 13 por ciento tiene rentas inferiores a los 332 euros por unidad de consumo, límite de pobreza que marca la UE; el 55,1% de los andaluces no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos; el 13,3% ha tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda; y el 12,2% no puede permitirse mantener su casa a una temperatura adecuada.

La economía crece, los beneficios empresariales lo hicieron aproximadamente en un 13 por ciento en 2016, pero las personas, sobretodo jóvenes y mujeres, somos más pobres, lo salarios no crecieron más del 0,1 por ciento a pesar del aumento de trabajadores. Si además Andalucía no recibe la financiación suficiente y se prohíben, vía regla del gasto, las políticas de inversión e intervención municipal, no cuadra tanta euforia gubernamental. Lo que crece es la desigualdad entre la ciudadanía y el retroceso en cohesión entre los distintos territorios.

Disculpen, ante estas realidades no puedo ser el pregonero del estruendo que montan algunos, ruido inútil que sirve, para regocijo del Gobierno, para ocultar los verdaderos problemas. La falta de respeto democrático no es la respuesta adecuada a la deslealtad institucional que ha mantenido el PP. La defensa del autogobierno solo se legitima si avanza en cohesión social y económica para las personas y en articulación territorial desde el desarrollo sostenible, las banderas no pueden ser las mortajas de la democracia.

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