Hace unos días, durante cuatro días, vivimos nuestras plazas llenas de color, de personas, de ocio, de ilusión, algunos nos hemos reconocido y nos hemos reconciliado con nuestras posibilidades como ciudad. Hemos recuperado una experiencia, el Festival Internacional de Títeres, que consolidada durante 17 años fue segada en 2011 por el anterior gobierno municipal del PP. Muchos pensarán que es un tema menor, son unos cuantos muñecos y titiriteros, para otros además del valor creativo y artístico viene a demostrar que el uso de los espacios públicos para eventos culturales y de ocio es un valor en sí mismo, construyen ciudadanía y articulan ciudad. Además ha quedado claro que cuando somos capaces de conciliar posiciones políticas distintas, de aunar complicidades con lealtad, priorizando los intereses de la ciudad los resultados son palmarios.

Mientras otros nos embarcan en procesos hacia ninguna parte, se otorgan legitimidades que nadie le dio, desde el Gobierno de España colaboran con desproporcionadas e incendiarias actuaciones, o algunos solo se les ocurre aprovechar el lío creando, para su mayor gloria, "parlamentos a medida" excluyentes de las opiniones contrarias. Las deslealtades institucionales protagonizan una guerra de intereses particulares, no es casualidad que a este callejón llegamos tras el uso antidemocrático de los actuales gobernantes en Catalunya de las consecuencias desleal e injusta operación contra el Estatut que protagonizó el Partido Popular en 2006. Urge abrir sendas de reforma para encajar el conflicto, para federalizar la organización territorial y pactar la financiación suficiente con criterios de cohesión y equidad, si les hace falta para ponerle cabeza a tanto títere pueden llamar a los amigos de la "gotera de la azotea", le garantizamos desde Jerez que lo hacen magníficamente.

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