Fórmula 1

La era Mosley llega a su fin

  • El presidente de la FIA dice adiós al cargo tras casi dos décadas al frente del organismo.

En los casi dos decenios que ha estado al frente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), Max Mosley nunca eludió una confrontación. Ahora llega el final de su reinado, que dura desde 1991. El viernes se elegirá a su sucesor como presidente del organismo e incluso en el último momento no puede evitar tomar partido.

El dirigente de 69 años deja una herencia deslumbrante y, al mismo tiempo, complicada. Junto con Bernie Ecclestone conformó y dirigió la Fórmula 1, se enfrentó a los poderosos constructores de automóviles y superó incluso un delicado affaire sexual. "Ha llegado la hora de dar un paso atrás y gozar de una vida mucho más tranquila", dijo Mosley a los 221 miembros de la FIA, que el viernes elegirá a su sucesor entre el francés Jean Todt, su favorito, y el finlandés Ari Vatanen.

Uno de los mayores legados de Mosley es la reducción de los peligros en la Fórmula 1. Desde el terrible fin de semana de Imola en 1994, cuando murieron el austriaco Roland Ratzenberger y la leyenda brasileña Ayrton Senna, el jurista inglés luchó sin cesar por más seguridad en el deporte.

Y de nuevo, pese a muchos obstáculos, impuso su criterio, algo que hasta hoy ha sido crucial durante su carrera. "Eso de que me quitaron el poder es un cuento. El campeonato mundial de la Fórmula 1 sigue estando en manos de la FIA", subrayó.

Mosley, junto con Ecclestone, hizo saber claramente a los equipos quién era el que mandaba. Los equipos se quejaron una y otra vez de los cambios de reglamento y exigieron mayor transparencia. El habilidoso Mosley, que habla cinco idiomas, no se mordió nunca la lengua. Y quien le pinchaba debía escudarse bien. "A la gente le gusta cuando alguien repele con energía los ataques", dijo hace poco en una entrevista aludiendo a su proceder en el caso del vídeo de contenido sexual, que provocó que grandes federaciones miembros de la FIA exigieran su dimisión.

Mosley no se dejó tumbar, sino que se sometió a un voto de confianza y recibió un respaldo mayoritario. En 1991 demostró ya su habilidad en las campañas electorales al suceder al francés Jean-Marie Balestre en la jefatura de la entonces autoridad automovilística, la FISA. Dos años después asumió el mando de la nueva federación, reestructurada bajo el nombre oficial de Fédération Internationale d'Automobile.

Hace nueve años superó con éxito una primera revolución de palacio, cuando jefes de equipo como Ron Dennis, Eddie Jordan y Frank Williams se rebelaron contra él.

A Mosley, ex piloto de la Fórmula 2, se le reprochó una y otra vez dar preferencia a Ferrari. Muchos críticos no olvidan que McLaren-Mercedes, dirigido por su archienemigo Ron Dennis, tuvo que pagar en 2007 una multa de 100 millones de dólares por el caso de espionaje al equipo italiano, que salió impune de todo el asunto. Fue un trabajador de Ferrari quien entregó a un hombre de McLaren material secreto.

Pero al británico no le importan los rumores. Mosley se decanta ahora claramente por Todt, ex jefe de equipo de Ferrari, como su sucesor. Pero, al mismo tiempo, la escudería presidida por Luca di Montezemolo fue la que lideró este año la fuerte oposición al británico, que se vio obligado a renunciar a la reelección.

La Asociación de Equipos de Fórmula 1 (FOTA) puso como condición para seguir en la Fórmula 1 que el británico no se presentase de nuevo. Mosley cedió, aunque lo presentó de forma distinta. "Ya no estoy más a disposición para una reelección", dijo el 24 de junio. "Ahora tenemos paz". Mosley aún hizo temblar una vez más a sus enemigos cuando coqueteó con la idea de echarse atrás sobre su retirada. Pero al final, el británico decidió que se iba. Llegó el fin de su era.

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