Feria de Jerez

Patente de Feria

  • El Archivo y la Biblioteca municipales construyen la imagen de la fiesta de antaño a través de sus 'legajos'

 ‘La enterrada en vida’ nunca quiso faltar a la moral pública jerezana. Así lo suscribe un vecino de Sevilla en un documento de primeros de mayo de 1935. Este buen hombre pedía por escrito al Ayuntamiento instalar esta “caseta decorosa que responda a la importancia de esta feria”, antes de firmar “Salud y  República”. También hay quien quiso instalar ‘La urna encantada’. Sí lo consiguió seguro la caseta ‘Vida de Cristo’. Y así queda reflejado por siempre en una fotografía. 

El Archivo y la Biblioteca municipales son fieles custodios de las huellas de entonces, de los documentos gráficos y escritos que se conservan de nuestra Fiesta. Así, el expediente de 1935 guarda quizás los ‘papeles’ más representativos de la Feria de esta época, con casetas como las antes mencionadas, casas de comidas, los cacharritos o diversiones como los salones de tiro, los caballitos de toda la vida (propiamente dicho), los cochecitos... O esos turroneros, quizás abuelos de algunos de los vendedores que se instalan ahora en los exteriores del Hontoria.  Porque Ferias las ha tenido todo el mundo, mejores o peores. Con ellas se va fabricando cada uno su propio álbum.  

Testimonios en blanco y negro a los que, quizás, si se les añade el color de hoy, las diferencias con la actualidad, en la base,  no son tantas. Va desapareciendo la presencia de ganado, va aumentando la instalación de casetas, se busca la diversión, la elegancia en los vestidos blancos, llegan los primeros trajes de gitana allá a mediados de los 30. 

Son documentos que se generaron desde el propio Ayuntamiento, ya que los feriantes que venían cada año a Jerez, por ser una de las grandes ferias de Andalucía y de España, “para mostrar sus festejos o distintas actividades, tenían que hacer una propuesta al Consistorio a través de una serie de papeles oficiales a los que se adjuntaba una foto en cuestión, para que fuera aceptada o no”, cuenta el director del Archivo, Manuel Barea, que apunta que en realidad “las similitudes con la feria de ahora son muchas, y la base es casi la misma”. En la actualidad se siguen haciendo donaciones al Archivo, ya por particulares, de fotografías de la Feria de décadas atrás gracias a las cuales se puede hacer la reconstrucción de la imagen de dicha fiesta y de la idea de que nada nace de la nada, sino que tiene un origen. 

Porque documentación sobre la Feria se conserva desde la Edad Media, con el nacimiento de las ferias de ganado en mayo y septiembre, pero no el concepto lúdico actual. Una Feria que se ha movido desde calle Consistorio (o calle de la Feria), a plaza de la Yerba, Plateros, José Luis Díez ( o calle de la Cárcel), a los Llanos de San Sebastián o Alameda Cristina, y más tarde a plaza de Santiago, calle Merced, Muro, Puerta de Rota. Luego a San Telmo y a Caulina, hasta llagar a su actual ubicación en el González Hontoria, donde se instaló en 1902, cuando el Ayuntamiento, después de más de cuatro décadas de engorroso pleito ganado a la empresa de los Ferrocarriles Andaluces por unos terrenos situados frente a la estación de pequeña velocidad, recibe   250.000 pesetas como resultado final de la sentencia, que permitió la construcción del actual Hontoria, siendo la persona que le dio nombre alcalde de la ciudad. Se adquieren posteriormente los terrenos colindantes  con el llamado Campo de Instrucción, y que configurarían el futuro recinto ferial. Aunque los detractores del cambio seguirían llamado a dicha fiesta ‘Velada de los muertos’, por su cercanía al cementerio de Santo Domingo, según cuentan en el libro La feria de Ganados de Jerez:del Hato de la Carne al Campo de Instrucción (Editorial EA), José Ignacio Palomeque y José Antonio Cirera González. Hay que destacar que la Feria del Caballo tiene su patente, la que registró en su día el alcalde Miguel Primo de Rivera en 1965, con el objetivo de evitar la copia por parte de otras fiestas similares. 

Fue el arquitecto municipal Francisco Hernández Rubio quien en 1903 va dando forma al plano físico del Real. Y, entre otras exigencias, las casetas no podían tener más de un piso de altura. Pero fue el propio Partido Liberal de González Hontoria el que se saltó las reglas y construyó dos pisos. A partir de entonces, y con el paso del tiempo, se han hecho innumerables mejoras en este espacio con el objetivo de embellecer el Real y se aprobaron las disposiciones para la instalación y montaje de casetas.

Asimismo, la Biblioteca Municipal guarda en sus ‘arcas’  carteles de Feria desde el siglo XIX, bibliografía y, sobre todo, una colección única y singular como son los folletos de principios del XX, impulsada por empresarios, repletos de fotos, anuncios y curiosidades en torno a la Feria. 

Y como la historia cambia por necesidad, a principios del XX se instauró la tradición de clausurar la Feria con fuegos artificiales, aunque en la actualidad este espectáculo se ofrece en la inauguración. Este año ni al principio, ni al final. La crisis ha acabado de nuevo con el color. 

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