España

La derecha naranja se come a PP y PSC

  • C's vence en Cataluña gracias a los barrios y ciudades obreras y las zonas de clase media alta españolista

  • García Albiol, en la mayor humillación al PP, compartirá grupo con los radicales de la CUP

  • Rivera pone a su partido a trabajar en 2018 para ganar las alcaldías del antiguo 'cinturón rojo' de Barcelona

Arrimadas celebra sonriente su triunfo.

Arrimadas celebra sonriente su triunfo. / EFE

Inés Arrimadas cree que los catalanes han premiado la "claridad" de su partido, otros dirán que lo que ella resalta es en realidad la radicalidad de Ciudadanos respecto a la cuestión española, y es verdad: esta formación no ha hecho ninguna concesión al nacionalismo, lleva años criticando el "adoctrinamiento" en las escuelas, se opone al cupo vasco y nació en contra de los acuerdos de estabilidad entre los gobiernos de España y el PNV y CiU. Si algo molesta a quienes no se sienten españolistas en esta comunidad, y no necesariamente son nacionalistas, es que alguien les diga que están adoctrinando a sus hijos con el catalán. Les duele en lo más íntimo. Y los naranjas no han parado. Ciudadanos, que se define como liberal, se ha comportado en Cataluña como un verdadero partido popular, en el sentido de que, siendo de centro derecha, no sólo ha ganado en zonas de rentas altas, sino también en los barrios y ciudades más populares de los alrededores de Barcelona. Al PP le ha salido un serio competidor, la victoria naranja convulsiona al partido del Gobierno porque tendrá reflejos en otras comunidades de España, pero los de Rajoy aún no han reaccionado. Su fracasado candidato, Xavier García Albiol, ni ha telefoneado a Arrimadas ni la ha felicitado.

Después del 21-D, el viejo cinturón rojo de la ciudad condal es ahora naranja, pero también lo es el distrito burgués de Sarriá-San Gervasi, donde la burguesía nacionalista se entrevera con la españolista. Ciudadanos ha ganado en dos provincias, en Barcelona y Tarragona, y en las diez ciudades más pobladas de la comunidad: municipios que le sonarán a todos los andaluces porque todos tienen, o han tenido, familiares en Hospitalet, Badalona, Santa Coloma, Mataró o Sabadell. Nou Barris y otros distritos de la capital pegados a los ríos Besós y Llobregat, que definen las fronteras de la urbe, también son de Ciudadanos, a pesar de que siempre votaron al PSC, a Felipe González y a Maragall. Este comportamiento trasversal en el eje izquierda-derecha es lo que convierte a Ciudadanos en un competidor muy peligroso para el PP, pero también para el PSOE. Albert Rivera no esconde que su partido es una formación liberal, situada en el centro derecha, pero ni él ni sus dirigentes representan a la vieja derecha que formó el núcleo fundacional del PP.

Al PP le ha salido un serio competidor, pero los de Rajoy aún no han reaccionadoC's, que se define como liberal, se ha comportado como un verdadero partido popular

Aún nadie ha subrayado el hecho de que en Cataluña, en el 21-D, han ganado las derechas y, sobre todo, han perdido las izquierdas. El PDeCAT de Carles Puigdemont y Ciudadanos forman parte de la misma internacional y suman en la Cámara un total de 63 escaños, con los tres del PP serían 69, una mayoría absoluta virtual. El PDeCAT representa al catalanismo conservador; Ciudadanos, a las clases populares vinculadas emocionalmente con España. En el lado de la izquierda, todos han perdido en mayor o menor medida.

ERC, que aspiraba, con el fichaje Rufián, a convencer al cinturón charnego, se ha quedado detrás de la lista de Puigdemont, una doble derrota, ya que al dolor de perder un primer puesto virtual se añade la diferencia de vida entre el ex presidente y Oriol Junqueras, uno de los tres encarcelados en Estremeras. En el PSC las cosas no han marchado bien, Iceta no ha pescado en el bloque catalanista, apenas ha salvado los muebles. Lo de Podemos y Ada Coalu ya son palabras mayores, han encajado un notable retroceso en toda la comunidad y en Barcelona en especial. El partido de su alcaldesa, el "espacio" político, sólo ha ganado en el distrito de la Zona Franca de Barcelona. Coalu se retirará al otro edificio institucional de la plaza de Sant Jaume, donde ahora va a necesitar a ERC y al PDeCAT para gobernar: en plena campaña, echó a los socialistas de su gobierno municipal.

La humillación del PP aún no ha terminado. Se visualizará el 23 de enero, cuando se constituya el Parlamento catalán. Será entonces cuando Xavier García-Albiol comparta bancada con Carles Riera y otros tres diputados radicales de la CUP. El PP, con sólo tres escaños, la fuerza más minoritaria de la Cámara, tendrá que repartirse el grupo mixto con los cuperos, compartir el presupuesto y acordar con ellos los tiempos de intervención. Antes de la rueda de prensa del viernes pasado, Albert Rivera adelantó que la dirección del PP reunida a esas mismas horas en Génova con Mariano Rajoy no haría autocrítica. Y así fue, ni siquiera Albiol, que se dedicó a poner la culpa en el debe de los naranjas. El candidato no va a dimitir. Lo tradicional en el PP será buscar un chivo expiatorio, alguien que cargue con las culpas de haber convertido al partido del Gobierno en una fuerza residual en la comunidad donde España tiene el problema.

Candidatos hay muchos. El propio Albiol, el delegado Millo o la persona, o personas, que decidieron sacar a la Policía y a la Guardia Civil a pegar palos el 1 de octubre para vencer la frustración de haber confiado en los Mossos y en la labor de inteligencia del CNI. Ciudadanos opina, sin embargo, que el Gobierno central ha hecho bien al no desplegar los ministros en Cataluña con motivo de la intervención de la Generalitat. Los ministros no han viajado a Barcelona y, de hecho, no hay ni imágenes de los secretarios de Estado en las sedes de la Generalitat desde donde se ha gobernado la comunidad. Puede ser un celo de prudencia, pero es una muestra más del repliegue tradicional de los gobiernos de España en la comunidad.

Es esta falta de complejos, que siempre han mostrado el PP y el PSOE ante el nacionalismo, lo que distingue a Ciudadanos. Rivera fue el único que desde el principio solicitó la aplicación del artículo 155 y la convocatoria de elecciones. Lo contó muy bien Pablo Iglesias: "El único que quiere el 155 es Rivera". Lo que ahora se verá es si el triunfo en Cataluña y esta actitud frente al fenómeno secesionista da réditos a Ciudadanos en el resto de España. Las encuestas aseguran que esto será así. De momento, la dirección ha puesto a funcionar una escuela de cargos para preparar a los candidatos de cara a las elecciones municipales de 2019. Su objetivo es conseguir teñir de naranja algunos de los ayuntamientos que le han respaldado en estas autonómicas.

De todos modos, el comportamiento electoral de Cataluña varía mucho según el tipo de convocatorias. En las pasadas generales, por ejemplo, el partido más votado en la región fue Podemos, que ha sido el quinto el 21-D.

Pero la ambición de Ciudadanos y de Rivera no se centran sólo en Cataluña y en el Gobierno central. El líder naranja ya envió un mensaje a los suyos y a su aliada en Andalucía, Susana Díaz, de que la vocación de su partido es gobernar la comunidad, no servir de apoyo de modo permanente al PSOE. Ciudadanos no va a retirar ningún apoyo, ni a Rajoy ni a Díaz, pero en 2018 va a apretar el cumplimiento de los acuerdos de investidura. Y, en especial, algo que le ha dolido en Cataluña: una ley electoral que sigue premiando a las hectáreas sobre las personas, que perjudica a los territorios más poblados.

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