España

El 'boomerang' de la balcanización

Hay una frase, no muy lejana en el tiempo, que ha devenido involuntariamente en un boomerang para su autor y para el protegido de éste. Han pasado ya tres años desde que José María Aznar entonó con grave solemnidad los "riesgos" de la aproximación de Zapatero a los nacionalistas, por entonces la gran "amenaza" para la estabilidad territorial, un diagnóstico que asumió también su delfín Mariano Rajoy. El ex presidente habló entonces de la "balcanización" de España o, más diáfano, del riesgo de desintegración territorial.

Esta misma frase, concebida como munición contra el adversario, recorre hoy, inesperadamente, el camino de vuelta para ilustrar a la perfección la convulsión interna que sacude al PP, dividido no sólo sobre la idoneidad de su líder sino también sobre la estrategia a seguir, amistosa o combativa, respecto al nacionalismo.

La salida de María San Gil de la ponencia política del PP, que marcará el discurso de oposición hasta el Congreso de 2011, ha destapado finalmente las desiguales corrientes de convivencia con el nacionalismo coexistentes en el PP, encarnadas por los tres componentes del equipo responsable de la ponencia: San Gil, azote del independentismo, apuesta por prorrogar el discurso más beligerante; el líder del PP canario, José Manuel Soria, es más pragmático, como revela su pacto con Coalición Canaria en el archipiélago; mientras la catalana Alicia Sánchez Camacho no esconde su apuesta por tender puentes con el nacionalismo más moderado. Las sensibilidades que simbolizan los tres ponentes, dos ya tras la marcha de San Gil, evidencian la encrucijada ideológica de Rajoy, que se debate entre incorporar al nacionalismo al proyecto nacional, acercándose a la periferia, o continuar por la senda de la última legislatura, consciente de los malos resultados en Cataluña.

Queda por saber si el desplante de San Gil responde sólo a desavenencias ideológicas o es producto de discrepancias más de fondo. La estampa fragmentada de los Balcanes de la que habló Aznar empieza a volverse contra el PP.

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