España

¿Diálogo? ¿Con qué fin?

  • El Estado debería recuperar competencias que nunca se debieron transferir como orden público y educación

¿Diálogo? ¿Con qué fin?

¿Diálogo? ¿Con qué fin?

En caso de independencia, esta junta valorará en qué liga jugará el Barça". Estas palabras del presidente del Barcelona resumen el nivel del golpismo. Los hay que se ven protagonistas de la historia. Algo así como titulares del partido del siglo, pero con kit independentista. Encarnan la mediocridad supremacista y antidemocrática. La que ha parido la estrambótica ley de transitoriedad, donde solo les falta imponer al resto de españoles el derecho de pernada. Decía Somerset Maugham que sólo una persona mediocre está siempre en su mejor momento. Pues eso les pasa a los revolucionarios de la sonrisa… Joker. Claro que su épica de sofá ha sido herida por el aburrido y terrenal desfile de empresas.

Bárbara Ehrenreich vincula la última crisis financiera con el pensamiento positivo y los libros de autoayuda. La autora explica que muchos pensaron que los precios de las casas aumentarían para siempre. No podían aceptar lo contrario. Se instalaron en el pensamiento positivo que dicta que nada puede ir mal. Es cómodo. A los mediocres de la estrellada les sucede algo similar: simplemente no es aceptable que su república no sea el Jardín del Edén o que el resto del mundo no los reverencien. Y si eso no sucede, lloran. Así da gusto. Pero no seamos injustos. La mediocridad no solo está en el separatismo. Existen también los mediocres útiles. Este grupo combina una irredenta pereza intelectual con una culposa o dolosa, dependiendo del caso, carencia de empatía con las víctimas del nacionalismo. Aquellos que han sido ignorados y repudiados por los gobiernos centrales, desde que Felipe González prefiriera a Pujol frente a Anguita. La cuesta abajo continuó con Aznar y se coronó con el presidente más mediocre de nuestra historia reciente. Se empecinó en un Estatuto que nadie pedía y que pocos votaron. La crisis y la propaganda nacionalista hicieron el resto. El sermón del diálogo encierra un argumento tan cochambroso como lacerante: hay que dar una salida a los que menosprecian las instituciones y se saltan la ley a discreción. Estos mediocres útiles nunca han pedido al Gobierno central que negocie con todos esos catalanes que se sienten abandonados por el Estado, con los que no pueden escolarizar a los hijos en su lengua materna, con los que soportan un adoctrinamiento neofascista en escuelas y medios de comunicación o con aquellos que son señalados y deben callar para poder vivir en su tierra. Nunca se pide dialogar con ellos. Y son catalanes también. Y son la mayoría.

La reforma de la Constitución debe servir para derogar privilegios y reforzar el Estado social

Hablar suena bien. 75 colegas de Filosofía del Derecho han firmado un manifiesto para denunciar la situación. Un poco más y Anna Gabriel se les adelanta. ¿Es que no se habían dado cuenta hasta ahora de lo qué es el nacionalismo? Lamentablemente, el manifiesto no denuncia la presión que colegas o estudiantes sufren, desde hace muchos años y en otra región, por no ser nacionalistas o el bochornoso espectáculo de los claustros universitarios utilizados partidariamente por los golpistas. ¿Qué sentido tiene si no se aborda la raíz del problema?

¿Pero quién puede estar en desacuerdo con dialogar? El ministerio de la verdad tiene un nuevo producto que difunden tanto sus subalternos como los empleados políticos de Roures. Tras el éxito de "votar", ahora padeceremos el "dialogar". Como con ETA. Juegan a que la memoria de hormiga, de cierta opinión pública, haga el resto. Si la CUP es coherente no estará por la labor de más simulacros. También parece que los españoles van adquiriendo la esperanzadora conciencia de que la Constitución no es solo el puente que está antes de la navidad.

Los que apuestan por el encaje de Cataluña o por reformar la Constitución deberían pensar un poquito más en el encaje de los ciudadanos y su igualdad. ¿O es que pagarán ellos la factura económica y de impunidad con el que se pretende exonerar al golpismo? Ya va siendo hora de convertirse en adultos. ¿O es que se pretende persistir en el error hasta el desastre final? De reformarse, el objetivo debería ser derogar privilegios y reforzar el Estado social, priorizando y blindando los servicios públicos, como mostró el 15-M. El Estado tendría que recuperar competencias que nunca debieron ser transferidas: educación y orden público. Desgraciadamente, hay políticos y expertos cuya intención es pastelear y coaccionar a los ciudadanos con una nueva trágala.

Los hechos se precipitan. Puigdemont y el "nacionalismo moderado" cabalgan alborozados la ola de la CUP. Llevan años planificando estos días. Se han activado los grupos de defensa y, como cualquiera que conozca la historia, serán ellos los que tomen las decisiones logísticas. Agitadores y comisarios políticos están preparados. La cuestión se dirime en quién será el primero en detener a alguien. El lenguaje de las balas. Nada nuevo bajo el Sol. La Constitución debe prevalecer.

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