Guillermo cánovas, Director de EducaLike

"La tecnología la creamos los adultos y los adolescentes son unos invitados"

"La tecnología la creamos los adultos y los adolescentes son unos invitados"

"La tecnología la creamos los adultos y los adolescentes son unos invitados"

-Usted dirige Educalike, el observatorio para la promoción de un uso saludable de la tecnología. ¿Cuán importante es un like en nuestras vidas?

-En nuestras vidas no mucho, pero en la de los adolescentes es determinante. Para nosotros es un gesto, para ellos es un reconocimiento, una valoración directa de los demás. El número de likes te ayuda a establecer tu índice de popularidad, ha perdido incluso el objetivo para el que fue creado.

Me preocuparía un adolescente que no queda con sus amigos porque está en casa con un videojuego"

-¿Qué observa? ¿Hacemos un uso saludable de la tecnología?

-Resumiendo mucho diría que no; ni niños ni adolescentes ni adultos. La mayoría de la gente no sabe sobre privacidad ni seguridad, ni siquiera sobre responsabilidades en las redes. A los menores aún no les hemos hecho partícipes, están siendo meros consumidores. Tragan tecnología, pero lo que estaría bien es que llegaran a manipularla, a crear contenidos que enriquezcan el entorno digital.

-¿Los inmigrantes digitales pueden enseñar correctamente a los nativos digitales? ¿A qué dificultades se enfrentan?

-Para mí los nativos digitales en realidad no lo son, son invitados digitales. Ellos tienen la idea de que la tecnología es suya, pero la tecnología la hemos creado los adultos para utilizarla nosotros y los adolescentes son unos invitados. La falta de formación de padres y profesores hace que estén dejando de ser una referencia para los menores. Me acuerdo de una alumna que un día después de una sesión informativa se acercó para contarme un problema que había tenido con Snapchat; era muy grave, no podía entender cómo no lo había hablado con sus padres. Ella me dijo que para empezar tendría que explicarles qué era esa aplicación, qué se podía hacer con ella, y seguramente además la reacción sería quitarle el móvil. No les consideraba una referencia para resolver un problema. De todos modos, a esta generación de padres le queda poco, los padres más jóvenes ya han jugado a la Play, tienen Instagram, un blog... Sí, la generación que viene de padres van a tener más flexibilidad mental, más capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, que es lo que nos falla. Hoy tenemos muchos adultos que ven en la tecnología una amenaza a su forma de relacionarse y de ver la vida de siempre, que creen que ya se les ha pasado el tren. "A mí esto ya me pilla mayor", es algo que oigo muchas veces.

-Entonces, aprendemos, les enseñamos y luego... ¿recorren el camino solos?

-No, no debería ser así. Hay que sentarse y acompañarles durante los primeros años. A los 11 años tienen un apego grande con sus padres y la confianza aún se puede mantener. De hecho, a ellos les gusta ver a sus padres participar. A los padres que nunca han tenido una cuenta en una red social les recomendaría que se la abrieran con sus hijos, que leyeran todo juntos, que determinasen la privacidad, la seguridad... La frontera son los 13, los 14 años. Empieza la ruptura, un descenso brutal de la comunicación en casa y un protagonismo fuerte de la experiencia y la opinión de los amigos. No debemos olvidar que hasta los 14 años los padres tienen toda la responsabilidad legal de lo que hagan sus hijos.

-¿A partir de qué momento hablamos de un problema, de una adicción?

-Hay señales a tener en cuenta y el tiempo, que es lo que suele tener en cuenta todo el mundo, no es la más significativa. Importan más las parcelas de tu vida que la tecnología está reemplazando, qué cosas estás dejando de hacer. Me preocuparía si estás hablando de un adolescente que no queda con sus amigos porque se queda en casa con un videojuego. Da igual que sea un usuario de dos o de siete horas al día. Importa si se pierde algo y cuántas horas piensa en ello al día.

-¿Qué consecuencias tiene para el acosador el acoso escolar?

-Menos de las que debiera. Todavía hay algunos que salen impunes. El ciberbullying es tremendamente destructivo, pero hay dos circunstancias que nos ayudan: una es la intervención de los espectadores, que es mucho mayor que en la realidad, y la otra es que todo queda guardado.

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